Concesión de indulgencias
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JUAN MANUEL RODRIGUEZ CASTAÑÓN
Juan Manuel Rodríguez Castañón † (20 de marzo de 1752-12 de julio de 1769 falleció)
Sus estudios primeros los realiza en Alcalá de Henares, en el Colegio de los santos Justo y Pastor que había sido fundado en 1620 por Juan García de Valdemora, obispo de Tui, razón por la cual fue conocido siempre como Colegio de Tui. Tenía solamente facultades de Artes, Teología y Cánones y en este último alcanza el grado de bachiller en 1714. Tres años después incorpora el grado en la Universidad de Valladolid y en esta obtiene el de bachiller en Leyes donde es profesor extraordinario y profesor sustituto en las cátedras de Instituta y Decretales Menores.
En 1721 Tomás Crespo Agüero (Rucandio, 1668-Zaragoza, 1742), que por entonces es canónigo magistral del arzobispado de Sevilla, es nombrado obispo de la diócesis de Ceuta y escoge a Juan Manuel Rodríguez Castañón, que solamente tiene 26 años, como provisor y vicario general de la misma. No se explica bien el nombramiento, pensamos, si no se tiene en cuenta que Tomás Crespo había sido colegial en el Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá donde forzosamente tuvo que haber coincidido con los hermanos Pedro y Alonso Rodríguez Castañón, nacidos en 1665 y 1669 respectivamente.
La relación entre ambos, obispo y provisor, sería, en cualquier caso, fructífera. Pues trasladado Tomás Crespo a la archidiócesis de Zaragoza en 1727, Juan Manuel Rodríguez Castañón le acompañará con el mismo empleo al que pronto añadirá los de visitador de la ciudad y juez eclesiástico y de apelaciones.
En 1730 obtiene beca en el Colegio Mayor San Ildefonso de Alcalá y pasados los siete años de la misma, en los que muy probablemente se licencia y doctora en Cánones, obtiene por oposición la canonjía doctoral de Zaragoza. El propio Tomás Crespo le propone como su obispo auxiliar, dignidad que le es concedida el 4 de mayo de 1739 con el título de Utina in partibus infidelium . Tras la muerte del arzobispo en 1742, continuará su labor en Zaragoza. Renuncia al obispado de Jaca pero aceptará el de Tui, que vaca en septiembre de 1751. Las bulas se expiden el 20 de marzo de 1752 y, de camino para su diócesis, consta que pasa por la ciudad de León donde en el mes de junio consagra obispo de Mondoñedo al leonés Juan Manuel Escobar Carrera (morirá el 27 de julio inmediato) y en el convento de San Marcos ordena de presbítero a Francisco Rodríguez Campomanes, hermano del que, años después, será ministro de Hacienda.
Tui y el Obispo Castañón
No hay mayor elogio de Juan Manuel Rodríguez Castañón que el que realiza Enrique Flórez, riguroso contemporáneo, en su España Sagrada (Vol. XXIII, páginas 87 a 96). Allí deja patente el grado de austeridad de su vida, su humildad, moderación y obras de caridad. Y, además de las virtudes estrictamente cristianas, nos proporciona unas notas sobre su condición intelectual cuando afirma que manejó «con experiencia y ciencia» las causas eclesiásticas que conserva «por medio de tres grandes volúmenes escritos de su mano» y refiere que «su librería no es como la de otros, cuyos libros los tienen solamente los estantes» sino que numerosas «observaciones y notas originales de su mano ilustran casi todos los libros de su biblioteca.» Curiosamente, en el retrato que se conserva en la iglesia de Lois se le ve junto a unas estanterías llenas de libros entre los que pueden apreciarse cinco tomos de los Padres Salmanticenses ; tres del célebre canonista italiano Próspero Fagnano (que han de ser el Ius canonicum seu comentaria absolutissima in quinque libros Decretalium) y dos tomos del bávaro Johann Georg Reinffestuel, que escribió una Theología Moralis (1692) y Ius canonicum universum (1700)].
La memoria que se conserva de Juan Manuel Rodríguez Castañón en la diócesis tudense viene a corroborar la imagen que de él nos proporciona E. Flórez. Pues en varios lugares de la diócesis (Pexegueiro, Celeiros, Oliveira) y en la ciudad hay obras suyas de gran envergadura.
Juan Manuel Rodríguez Castañón mandó construir la actual capilla de San Telmo (bendijo y puso la primera piedra y murió inmediatamente después), precioso y extraordinario ejemplar de barroco portugués. Se levantó sobre una capillita que existía desde el siglo XV en el lugar donde la tradición quiere que viviera y muriera el dominico Pedro Telmo (finales XII-XIII), santo patrón de la diócesis, cuyos milagros se pintaron en las pechinas de la cúpula.
También es obra suya el Hospital de pobres y peregrinos, hoy sede del Archivo Diocesano, que reedificó en 1756 a sus expensas sobre un hospital del que hay noticias desde 1181 y que ya había sido rehecho por el obispo Diego de Torquemada en 1569. Puso la obra bajo el patrocinio de la Virgen del Pilar cuya imagen puede verse en su fachada.
Es obra de Juan Manuel Rodríguez Castañon la reforma de la capilla de San Andrés o del Santísimo, consagrada en abril de 1769. Posee un magnífico retablo barroco, obra de Francisco Fontela, en el que se colocaron las imágenes de bulto de santo Toribio de Mogrovejo, san Juan de Sahagún y santo Tomás de Villa-
nueva. En el tímpano del arco de la puerta nueva de la capilla pueden verse las armas en forja del obispo, semejantes a las que aparecen en el grabado inserto en las Constituciones Sinodales del Obispado que mandó reimprimir en 1761 y que conocemos también por el cuadro al óleo anteriormente citado y por la representación que de ellas se puede ver en el ábside de la iglesia de Pexegueiro cuya capilla mayor reedificó en 1765.
Fiel a la devoción absoluta que profesaba a la Virgen del Pilar desde su estancia en Zaragoza, mandó construir también un altar en el que luce un espléndido retablo con su imagen policromada, y donó a la iglesia tudense una preciosa talla en plata de la misma que puede verse en el Museo Catedralicio.
Juan Manuel Rodríguez Castañón murió el 12 de julio de 1769 a las 9 de la mañana y sus vísceras se enterraron en la capilla de San Andrés mientras que su cuerpo se depositó en el altar mayor, en donde los canónigos, de manera totalmente excepcional, le concedieron sepultura por el gran aprecio que le profesaban. No se conserva su lápida cuyo texto, sin embargo, conocemos por haberse descrito en la Oración Fúnebre pronunciada en sus exequias por el franciscano Fr. Josef Antonio Romero y que se publicó en 1770 gracias al interés de Ramiro de Robles, natural de San Feliz de Torío, arcediano de Miñor y, hasta su muerte, su secretario de cámara.