La industria valenciana del metal crece a partir de mediados del siglo XIX y las fundiciones (Ferrer o la Primitiva Valenciana como ejemplos) se instalaban todavía dentro de la ciudad, ya que proveían sobre todo al mercado local. Había tanta y tan variada demanda, no solo aplicada a la arquitectura sino también a la industria y la agricultura, que muchos artesanos extranjeros instalaron sus talleres en Valencia.
Las “Caras de Agua”, que se interpretan popularmente como un elemento de protección de la vivienda y sus habitantes. Suelen situarse en canalones, desagües y bajantes de lluvia, forjados con moldes. Las hay con cara de niños, de mujer, de señores barbudos e, incluso, de seres mitológicos.
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LAS CARAS DE AGUA TAMBIÉN EN TERUEL.
Rostros de expresión hierática, miradas que parecen estar perdidas; otros con apariencia más simpática, como querubines, ninfas, magos y, con algo de suerte, hasta una estrella de cinco puntas. Alrededor de 40 ' Caras del Agua' diferentes ha llegado a presenciar el autor de '50 lugares mágicos de la Comunidad Valenciana', Jorge Sánchez Lamadrid, recorriendo las calles del casco antiguo de algunas ciudades como Alicante, Alcoy, Xixona y Valencia.
Las Caras del Agua (cares d´aigua en Valenciano) son rostros impresos en las tuberías de hierro fundido que servían como sistema de canalización de las aguas pluviales. Es decir, las canaletas o canales de toda la vida que sirven para recoger el agua de lluvia e impedir que se deslice por la pared causando humedades u otros desperfectos. Sin embargo, estas canaletas portaban algo especial, símbolos dibujados a mitad del recorrido, justo en la parte que comunica con la bajante o zona más próxima al suelo.
Las caras no solo servían como elemento decorativo y diferenciador de las tuberías, sino que tenían una misión especial y próxima a lo celestial: ahuyentar el mal y alejar las malas energías de las viviendas a las que protegían.
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