Torre de San Martín
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La técnica de cocción de las adobas en la Edad Media no puede compararse con la actual, mucho más precisa y uniforme. Por esta razón, en las torres mudéjares, se producen dos desplazamientos del cuerpo de la torre debido al desigual calentamiento de las superficies por insolación. La cara norte de las torres no sufre modificaciones, pues la temperatura es más uniforme (no recibe calor del sol). En el resto de las caras, particularmente la del mediodía, la adoba sufre mayor pérdida de agua por insolación y por consiguiente, de volumen, esto ocasiona la inclinación de la torre hacia el mediodía. La cara del este y la del oeste sufren el calentamiento en menor medida. Todo ello hace que además de la inclinación de la torre hacia el mediodía, esta sufra una leve torsión, un movimiento como el del sacacorchos. Estos dos movimientos: inclinación y torsión, preocuparon siempre a los responsables de estas edificaciones. Además, en los siglos del barroco se suplementaron algunas torres, haciéndolas crecer en altura ya que tenían problemas para ubicar el campanario.
El resultado final de esta problemática lo hacen recaer en la base de sustentación de la torre. Por todo ello, acudirán a reforzar la base de la torre añadiendoles contrafuertes que garanticen la supervivencia de la misma. Todas las torres mudéjares de Teruel, menos la de la Merced, fueron en un momento u otro objeto de actuación para reforzar su base.
Por estar más visible y por hacerla Pierres Vedel, se ha centrado la atención en la torre de San Martín. Sien embargo, no es un caso singular, como puede verse a continuación.