Mención especial de jurado al ternasco asado de La Fondica de la Puebla de Valverde
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EL TERNASCO NO PAGA EL DIEZMO
La impuestos, los tributos... han sido siempre un tema de discusión en la Historia de España. Unas veces por el riguroso celo puesto en su cobro y otras veces por las descaradas excepciones al mismo.
Desde la Edad Media hasta el año 1833 la nobleza estuvo exenta del pago del diezmo (cubría esta excepción con la obligación de acudir a la defensa del reino con hombres armados). Un caso paradógico fue del Bernabé de de Báguena tras la Guerra de los dos Pedros cuando, en premio a su valor, fueron exentos de pagar impuestos todos sus herederos, tanto el primogénito como el resto, tanto mujeres como hombres. A tal efecto ver el poema de Gracia Dei. Al poco tiempo tuvo que derogarse dicho privilegio y volver las aguas a su cauce por los excesos que produjo (sus hembras eran compradas para elidir el impuesto). Otro caso, que es el que nos trae aquí, fue el del obispo de Albarracín Juan Francisco Navarro Salvador y Gilabert. Este ambicioso obispo planteó poner el impuesto del diezmo a los corderos. Los ganaderos en la época obtenían el beneficio de la lana de las ovejas y pagaban el diezmo por la lana vendida, de tal manera que, cada año, desechaban las ovejas viejas (las que daban poca lana) y las sustituían por corderos. El cordero era una unidad de producción y generalmente no se consumía como tal. Es a partir de mediados del siglo XX cuando realmente se cría el ternasco para alimentar las clase obreras de Cataluña y de las provincias vascas. A delimitar los excesos del obispo de Albarracín acudió un ganadero de Orihuela del Tremedal (de los Franco de Liria) que le ganó el pleito y volvieron las aguas a su cauce.
La administración por su naturaleza es voraz con los impuestos. Los ciudadanos deberemos estar alerta, porque no son pocos los excesos que comete la administración.
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