NAVARRO SALVADOR Y GILABERT, Juan Francisco
Nacido en Calatayud en 1684. Prelado
aragonés, doctor in utroque por la
universidad de Zaragoza. Ocupó diversos cargos en la diócesis de Albarracín:
canónigo, gobernador eclesiástico, vicario general de la sede vacante y juez de
expolios y vacantes. Propuesto para la sede episcopal de Albarracín, que ha
había gobernado en ausencia de su tío y predecesor, fray Juan de Gilabert, (Juan
Navarro Gilabert (Obispo de la Diócesis de Albarracín desde 1704 hasta 1727) tomó
posesión del obispado en 1728. Ejerció el mecenazgo, y a sus expensas se
construyeron la ermita de Santa Bárbara y el Hospital de Albarracín, la capilla
de Nuestra Señora del Pilar en la catedral de Albarracín, las Escuelas Pías,
parte del convento de las capuchinas de Gea y otras muchas. Falleció en
Albarracín en 1765.
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Este prelado, cuyas armas aparecen
sobre la portada del Palacio Episcopal de esa ciudad, actual sede de la
Fundación Santa María, había nacido en Calatayud en 1684. Es posible que fuera
pariente de fray Francisco Salvador Gilaberte, natural de Ambel y General de la
Orden de la Merced, con el que a veces se le confunde, como ocurre en la
Biblioteca Nacional al reseñar un legajo de cartas suyas que allí se conservan.
Tras cursar la carrera eclesiástica,
se graduó como Doctor en Teología y obtuvo una canonjía en Albarracín, diócesis
de la que fue Vicario General y Gobernador por su tío fray Juan Navarro que
desempeñaba esa sede y era además Inquisidor General.
Nombrado obispo en 1723, fue
consagrado en la catedral de Albarracín el 18 de abril de 1728. En esa ciudad
falleció el 12 de mayo de 1765. Fueron, por lo tanto, 37 años los que estuvo al
frente de esa diócesis.
A él se debe la construcción de la
capilla del Pilar en la catedral, recientemente restaurada y, gracias a sus
gestiones pudo instalarse en la ciudad un colegio de las Escuelas Pías, hoy
reconvertido en hotel.
Entre las iniciativas emprendidas destaca también la celebración de un sínodo diocesano, en 1735, que fue el origen del conflicto reflejado en el documento encontrado. Porque una de las constituciones sinodales hacía referencia a los diezmos que, sobre los corderos, debían abonar los ganaderos, bajo la pena de excomunión.
Esta polémica decisión no era la
primera que provocó enfrentamientos con las gentes de la zona ya que, en 1690,
la comunidad de Albarracín elevó su queja ante el entonces obispo fray Miguel
Gerona, por no haber sido convocados representantes suyo al sínodo diocesano, a
lo que el obispo respondió que “como prelado de la diócesis podía instituir
leyes eclesiásticas en las cuales no debía intervenir seglar alguno, con voz ni
puesto, ni menos protestarlas”.
Pero, en 1735, sí lo hizo D.
José Franco que era un rico ganadero de Orihuela del Tremedal, el cual se
sintió perjudicado por la decisión que le afectaba respecto al pago del diezmo
y pidió al obispo la revocación de esa medida, alegando fundadas razones.
Pero el obispo, lejos de atender a su
solicitud y, tras comprobar que el ganadero no había hecho efectivo el pago del
diezmo, ordenó al párroco de Orihuela la publicación del decreto excomunión que
se realizó de manera solemne y pública el 24 de junio de 1735, en la iglesia
parroquial de San Millán de la Cogolla, única dedicada a este Santo en todo
Aragón.
Esta dura medida no amilanó al
ganadero que apeló a la Real Audiencia, donde fue admitida a trámite su
petición, logrando que el 3 de septiembre de ese año que la Audiencia,
declarándose competente para “preservar y defender a sus vasallos de las
violencias”, falló a su favor, confirmando la sentencia tras las alegaciones
presentadas por el “venerable Obispo”.
El hallazgo de D. David Cabrejas nos
ha permitido conocer el desarrollo de este enojoso pleito que suponemos
terminaría con el levantamiento de la excomunión a este indómito ganadero,
miembro de una saga que algunos hacen oriunda de Francia.