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LAS GARITAS DEL CONSUMERO, LAS VENTAS
PRÓXIMAS A LA CIUDAD Y LOS POZOS DE CAUDÉ
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En Alcañiz existía el ‘pago del consumo’, que consistía en hacer pagar la
mercancía o género que se traía del exterior. Para efectuar dicho cobro, en los
portales de entrada a la población había instaladas unas casetas, en las que
unos funcionarios que se conocían como ‘consumeros’ hacían efectivo dicho
cobro. Para que el personal menos pudiente economizase algún céntimo había en
las carreteras de entrada al pueblo unas ventas en las que se podía consumir
más barato. Allí se consumía café, vino, cacahuetes, sardinas, chorizos… (Publicado en “Andalán” por Carmen Magallón
Portolés).
La misma circunstancia conocimos
nosotros en Teruel. A la entrada a la ciudad por la carretera N-420, que viene de Alcañiz, junto
a la casa del “Cagarruto” había una garita en la que el consumero cobraba un
impuesto por la entrada de productos en la ciudad, generalmente comida y
bebida. Para evitar el pago, dábamos un rodeo desviándonos por el cementerio y
bajando, luego, hasta tomar la calle del Carrel. Cerca también de la ciudad, por las carreteras de entrada a la misma había
ventas, algunas de ellas ya desaparecidas, como la llamada Venta Pilata. De
Zaragoza a Teruel el camino te llevaba por Caudé y Concud pero, al construir la
carretera, se cambió el trazado y se llevó por el Alto de las Tahonas. Aquí se
construyó una venta y se excavaron dos pozos. Los pozos son los ahora llamados
Pozos de Caudé. Caudé siempre tuvo abundante agua y en cada casa había un pozo
en el que el agua llegaba casi hasta el brocal. De Caudé se llevó agua hasta la
estación minera de los Baños y, también, se tomó para la ciudad de Teruel.
Posiblemente, en esta zona (término municipal de Caudé) el agua fuera más
escasa y hubiera que excavar más profundo. Pero, este punto se hizo famoso, no
por el agua, sino por los fusilamientos de republicanos que aquí se realizaron
en la pasada Guerra Civil (36-39).
En principio nosotros conocimos dos
pozos y es difícil saber el número de fusilados, por dos razones. La primera porque,
lógicamente, los que fusilaban no querían dejar rastro y los cuerpos yacían sin
identificación, la segunda, porque se llevaron los restos al Valle de los Caídos.
Así que considero, casi imposible, identificar a las víctimas. La única manera
son los testimonios de familiares que, sin duda, será lo más acertado.
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