Siempre que paso por Calatayud, guardo un tiempo para visitar el Mesón de la Dolores. En su patio empedrado y junto al brocal del pozo tengo el gusto de tomar un café y evocar en mi imaginario las circunstancias por las que este lugar se ha convertido en un punto mágico y de fuertes referencias aragonesista. Aquí se mezclan la arquitectura, la leyenda, la tradición, la jota y esta forma tan peculiar de ser que tiene el hombre (la mujer) de la tierra. Probablemente sea el edificio civil
noble más antiguo que se conserva en Calatayud. En su origen es un palacio
aragonés renacentista de finales del siglo XV o principios del XVI. Perteneció
al Marqués de Ayerbe y fue la antigua “Posada de San Antón” hasta 1963.
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