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sábado, 22 de diciembre de 2012

Diciembre2012/Miscelánea. LA CIUDAD BRILLA EN LAS NOCHES DE INVIERNO


TERUEL
(A la memoria de Ángel Torres Escriche) 
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Recorres la ciudad, vas tras sus sueños. Y adelantas a veces las pisadas por descubrir espacios olvidados. Andas por callejones, subes  cuestas, elevas hacia lo alto la mirada. Las plazas te parecen recoletas y en noches estrelladas aún más bellas. Descubres sus secretos, sus historias, contadas por los viejos en las tascas. Aquí vivió una reina y allá, una  infanta dejó su cuerpo yerto en una tumba. Dos mártires fundaron una ermita y un caballero amó allá a una dama. Huyeron por la cuesta dos amantes y fueron perseguidos como canes. Tras luchar al final de estos eriales, debajo de un peirón yaces sus carnes. Amasaron los barros, musulmanes.  Fueron de cabalgada, los cristianos. Pasaron siglos de soledad y silencio y... volvieron otra vez las algaradas. Nació  de sus cenizas limpia y pura, tornó la risa a coronar sus fuentes y el bullicio de los niños por las calles. Volvieron los mercados a  las plazas y a vivir del amor las alamedas. Subieron los relojes a las torres. Colgaron en las calles luminarias. Se poblaron las calles de motores y el pobre peatón sufrió sus iras. Los siglos atraviesan las esquinas y renuevan el aliento de la vida con nueva savia, que corre derramada por las calles hasta llegar al Turia. ¿Tendrá Teruel un horizonte cierto? ¡Lo tendrá! No permitan sus hijos otra historia de destrucción y muerte como aquella que dicen que pasó, allá en el siglo XX. Se aleja la tarde silenciosa hacia Castilla desde el pretil del muro que sujeta el Óvalo. El sol deja su ocaso por la Muela con vagos tonos de irisada vida. Y se prenden las luces de la vieja villa, con calma no carente de osadía. Estalla un festival de luz y de armonía que arrebola el mudéjar de las torres. La Catedral se ciñe en mil cimborrios y el Torico despierta entre colores. Es Teruel en su esencia quien se muestra, con todo el brillo, con toda su potencia, con toda su hermosura. Como un fiero tsunami de alegría.

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