OCHENTA POR OCHENTA
(80X80)
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Se trata de muchos pueblos de Teruel.
Pero, tal vez, he sido un poco exagerado. La mayoría de los pueblos despoblados y en los que no ha habido ni un solo nacimiento desde hace 40 años, los
factores suelen ser de 30x80, 20x80 y, muy a menudo, 12x80. El multiplicando es el número de habitantes y, el multiplicador, la edad de
la mayoría de ellos, es decir, los que resisten y no se han ido a una
residencia de la tercera edad.
Si durante el día invernal el aspecto
del pueblo es desolador, ni un alma por la calle, durante la noche la cosa es
terrorífica. Cada casa es un castillo. Se cierra la puerta con dos vueltas de
llave y se bajan las persianas. El ocasional transeúnte observará que tampoco
hay coches en las calles y que un cierzo frío atraviesa el aliento y corta la
cara.
Los ladrones pueden hacer su trabajo
sin que nadie les importune y, desde luego, no se roba más porque las casas
poco tienen de valor en su interior. Los dueños que viven fuera dejan para el
pueblo los muebles y los electrodomésticos que desechan de la ciudad, así que,
si roban… poca pérdida.
A veces paseo por uno de estos pueblos y la sensación es desoladora. Si
tienes algún percance, nadie te abrirá la puerta. Pero, los del interior,
siempre dejan una rendrijica en la persiana para observar lo que pasa fuera. Es
una observación secreta cuyo contenido, si lo hubiere, jamás será revelada: lo
mejor es no meterte en problemas. Así que, al silencio sepulcral de la calle se
une el silencio interior de unas gentes que se desentienden de todo cuanto les
rodea. No quieren problemas.
El viento sigue soplando en la noche
invernal y, el viajero, sale del lugar sin que nadie le haya abierto la puerta
ni haya tenido contacto con ser humano alguno.
Es el desierto, es la despoblación,
es el final del camino. A las fiestas del verano hay bullicio y los jóvenes
dicen querer mucho a su pueblo. Pero, a media noche, para mediados de febrero
los querría ver allí. ¡ A ver que tal!
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