LAS COMUNICACIONES Y TERUEL
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Desde la época del Imperio Romano en
que se construyó la vía Cesaraugusta-Laminio, hasta el año 2008, en el que la
autovía A-23 pone en comunicación Sagunto con Zaragoza pasando por Teruel, la
provincia ha sido un páramo en lo que respecta a las comunicaciones. Última capital
de provincia a la que llega el ferrocarril en 1901 y, última provincia, a la
que llega un metro de autovía. Teruel ha sido buena para el Estado a la hora de
aprovecharse de sus recursos naturales: hierro, carbón, ganadería, forestal…
pero un territorio olvidado a la hora de las comunicaciones y el desarrollo.
De lo que se promete poco o nada se
hace y ahora estamos pendientes del corredor Cantábrico-Mediterráneo cuya fecha
de inicio está aplazada sine díe. Tampoco el Gobierno de Aragón ayuda mucho,
más bien entorpece y Lambán, su presidente, no va a una manifestación “ni
arrastras”. Al parecer priman los intereses de la zaragozana PLA-ZA frente a la
escuálida, pobre y alejada, Teruel.
Teruel tiene pendiente, en el asunto
de las comunicaciones:¡TODO! Y, sin comunicaciones, no hay desarrollo, ni hay
futuro.
Para empezar, hay que vertebrar toda
la provincia mediante autovías. Sobre todo, la red de autovías tiene que llegar
a Alcañiz y a Montalbán de tal manera que rompamos el maleficio del abandono
secular del centro de la provincia, de las Cuencas Mineras. Ahora que se cierra
la térmica de Andorra, una compensación debería estar en las comunicaciones: “no
le des un pez, enséñale a pescar”.
Si en el tema de las autovías,
solamente tenemos una y bastante bacheada (mal recuerdo de Álvarez Cascos), en el tema del ferrocarril
estamos peor, ya que estamos parcheando, tarde y mal, un trazado ferroviario
obsoleto que no puede superar la velocidad de los 75 kilómetros por hora en
todo el tramo Teruel-Sagunto.
El tercer punto de las comunicaciones
está en la fibra óptica, ese “cablecico” que te lleva la comunicación de forma
rápida y segura a cualquier parte del mundo. Ejemplo de esto es Castelserás,
que vende por Internet a cualquier parte del planeta. En este asunto estamos
con un mapa provincial en negro, un pozo oscuro. Sabemos de las promesas pero
no de las realizaciones y seguro que, aquí, en este asunto vital, también somos
los últimos en llagar al banquete de bodas.
La sociedad turolense debería estar permanentemente
en lucha por estas y otras necesidades, muy básicas, que ahora dejamos en el
tintero y sin las cuales no es posible remontar el drama de la despoblación. De
la concienciación y de la lucha (a pesar del abandono de los poderes
autonómicos) depende nuestro futuro y el fin de nuestro secular abandono.
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