Vas buscando el mar/ la mar por Sarrión.
Piensas... Es nuestra gran frustración histórica. Por qué los reyes de Aragón
nos dejaron sin mar. Piensas en lo que le hacían la puñeta los señores feudales
a Pedro IV. Rasgó los Privilegios de la Unión. ¡Os quedareis sin mar, sin
puertos, sin comercio naval, sin América! Desde entonces vamos buscando el mar.
Cuando Aragón conquistó Valencia, el rey Jaime I se inventó una triquiñuela
para dejarnos sujetos al páramo seco. Entonces dividió la “potestas” regia y
creó un reino nuevo. No, que Aragón no tenga mar, les basta con los navateros.
Pensaron entonces los aragoneses hacer atarazanas arriba de los ríos. Pero,
tampoco fue posible… el Ebro se empantanó y luego todos los demás ríos a reo (se acabaron las anguilas de la Estanca de Alcañiz).
Con esta gran frustración llegas a
Sarrión y ya hueles a mar y, sientes, que San Jorge es un dragón marino. Un
dragón que sale los días de luna llena de lo más profundo de la historia y
llega vomitando agua salada hasta las orillas de Aragón.
Los aragoneses del sur hemos hecho de
Sagunto nuestra playa particular, nuestro puerto de mar. Por aquí salieron
expulsados los Judíos y por aquí salió hecho polvo ocre y rojo de Ojos Negros
minero/menero las entrañas de Aragón por, casi un siglo, la mano de don Ramón
de la Sota (vasco). Murviedro, que se dijo luego Muros Viejos y luego y antes Saguntum.
Aquí en Sagunto, van y vienen los
maños a saciar su sed de mar. Su sed histórica de mar. Todos pasan por debajo
de San Jorge que vigila la autovía Mudéjar. Una autovía que te lleva al mar… a
la mar.
Queremos ahora también, los aragoneses, un tren que nos lleve al mar como hierro molido, o como espuma de esperanza. Un tren de la mar y a la mar.
Queremos ahora también, los aragoneses, un tren que nos lleve al mar como hierro molido, o como espuma de esperanza. Un tren de la mar y a la mar.