Celebramos la XXXII edición de la
Feria del Jamón en Teruel y, la celebramos, bajo la sombra de unos sucesos
nunca bien explicados y resueltos, más allá de toda duda razonable. Todo
concluyó con la posición del fiscal que no veía (presuntamente) ninguna responsabilidad
en todo este oscuro suceso.
Sin embargo todo empezó con tres
cuestiones (presuntas):
-Dudas
más que razonables sobre la recta gestión del Consejo.
-Dudas
sobre la legalidad en la concesión de
ayudas públicas al jamón.
-Y tercera, dudas sobre la calidad certificada
del jamón.
Se ha echado tierra al asunto y no se
ha castigado debidamente a los responsables. Salir libres del asunto implica
(presuntamente) que volveremos a las andadas si no estamos (presuntamente) ya
en ellas (en las presuntas andadas).
Arrimar el “jamón” a las “momias”
tiene su lado jocoso, pues, evidentemente, tampoco sería prudente que se pasasen,
ahora, del jamón a la mojama.
Le deseamos, al jamón de Teruel, lo
mejor. Pero sobre todo queremos que el ciudadano, para el que se elabora este
rico producto, despeje cualquier duda sobre la calidad del producto. De momento,
la justicia (presunta) no ha sido justa.
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