No parece aldea pues aparenta empaque
de pueblo. Posee un nutrido caserío con viviendas restauradas en su mayor parte
y organizadas en torno a la calle Mayor. La plaza, donde se encuentra la
pequeña iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, es amplia y en el centro hay
una fuente moderna. Antaño la plaza fue era de trilla, según nos indica nuestra anfitriona. El
templo parece situado adrede en una esquina, como para no molestar. Es pueblo, básicamente de veraneantes, es decir, para los hijos del pueblo que vuelven al estío. El lugar
está rodeado de encinares naturales y micorrizados y tiene, también, alguna
granja. Dispone de consultorio médico (la médica va cada ocho días), antaño
tuvo escuela y lavadero en desuso. Hace frontera con Valencia y de ahí su
escudo, que no es otro que el de Albentosa, población que fue aduana de Aragón
y, dicho lugar, regido por las Órdenes Militares hasta la desamortización, cosa
muy común en nuestra historia. Terminó el siglo XX sobrepasando las 20 personas y ahora ha mermado
mucho… pero... en verano se llena. Las fiestas mayores son para San Roque, el 16
de agosto. Más prosperaría si se le dotara de mejores servicios, mejores viales, etc., etc. Pero eso, ya es otro cantar.