EL MITO DE PROMETO
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Cuenta la mitología griega que
Prometeo, osado Titán al que gustaba provocar la ira de Zeus, llevó a éste a
tal punto de cólera que terminó por quitar el fuego a los hombres. Esperaba así
castigar indirectamente a Prometeo, el cual se consideraba benefactor de la
humanidad. Pero Prometeo, al que gustaba presumir de astuto, entró
sigilosamente en el Olimpo, robó tan preciado tesoro del carro del dios Sol y,
sin perder tiempo alguno, lo devolvió a los desamparados mortales. (Tomado de Internet)
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Desde el solsticio de invierno (21 de
diciembre) hasta el de verano (21 de
junio) los hombres, en todos los territorios y en todas las civilizaciones del
hemisferio norte, han celebrado o festejado a la LUZ, al SOL y al FUEGO. Es el
ciclo de la VIDA.
Los aragoneses tenemos FALLAS, pero
con distinto rito que los valencianos. En el Pirineo, único lugar donde se conservan, el rito está más próximo
al mito de Prometeo y, la tradición, habla de subir hasta la cima de una
montaña en pos de la luz que deja el sol al coaso.
Para San Juan (con sus hogueras en
Alicante) termina el ciclo de la vida y comienza el de la muerte. Pero este ya
es otro tema.
Las historias más próximas de la
Fallas valenciana (temporalmente hablando) hablan de que los carpinteros, para
San José, quemaban en las puertas de sus talleres los restos de madera
acumuladas durante todo el año.
La aculturización de las sociedades modernas hace que, a veces,
se pierda el sentido originario de una celebración, pero que de laguna forma
permanezca el rito. En Valencia no se perdió, totalmente, el sentido originario de
la fiesta /celebración y, ahora, toma de nuevo forma con distintas vertientes. Aquí en
Mislata y en esta Falla, cobra su sentido temporal, más próximo: quemar los muebles viejos aunque se le añada una intención satirizante
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