REIVINDICANDO LA BANDERA ACTUAL DE
ARAGÓN
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Chusé María Cebrián Muñoz
Entorno al año 1000 Almanzor realizaba
grandes razias por territorio del norte peninsular causando la muerte y el
terror por todos los sitios que pasaba. Sin embargo, este panorama cambiaría en
pocos años. Para el 30 de noviembre del año 1031 cae el Califato de Córdoba.
Todo el poder se disuelve en Taifas (pequeños reinos). En este momento se
termina el dominio musulmán en la península Ibérica. Los cristianos dejan de
ser tributarios de los moros para pasar estos, a ser deudores. Para mantener la paz deben pagar parias. No
obstante la influencia musulmana en la arquitectura, la ciencia y el arte
continuarán. Testigo de ello es el camino de Santiago por el que llegan
europeos hasta Al-Ándalus en busca de soluciones para sus problemas.
Por el norte peninsular se organizan
tres grupos etnoculturales. Uno de ellos de origen endógeno, los leoneses,
otros dos constituyen la MARCA HISPÁNICA y son propiciados por los Francos,
nacen así: leoneses, vascones y catalanes.
Los vascones, que aquí nos interesan,
ocupan un territorio que abarca hoy: Cantabria, País Vasco, Rioja, Navarra y
norte de Aragón. Estos territorios constituyen hoy día el mapa histórico que
promueve el País Vasco.
Pero, además de los Francos, hay una
superestructura ideológica que dirige la Reconquista. Muchas veces los reyes y
nobles pierden conciencia del problema. Así que, El Papado (superestructura
ideológica), se preocupa en alentar y promover las acciones necesarias para que
la reconquista progrese. Es pues en el año 1035 (cuatro años después de la
caída del Califato de Córdoba) con Ramiro I, cuando el Papa lo reconoce como
rey de Aragón (engloba también Sobrarbe y Ribagorza). Este nombramiento y creación
estratégica de un reino en el pirineo central no se consolidará hasta que
Sancho Ramírez (rey de Aragón y Navarra) viaje a Roma y preste vasallaje al
Papa como rey de Aragón (no de Pamplona). La idea de reconquista está presente
y el Papa al hacerlo vasallo le “encara” la lucha contra el infiel y el pago de
500 mancusos de oro que se utilizarán en
las cruzadas. De estas monedas acuñadas exclusivamente para el Papado se han
encontrado dos ejemplares en Oriente Próximo y nunca circularon como moneda en
Aragón.
La otra cuestión que señala Fatás es
la entrega de los colores papales al hacerlo portaestandarte Papal. Hablamos de
bandera (vexilología) y no de heráldica. Los catalanes en sus leyendas hablan
de heráldica, barras en un escudo, muestra de lo despistados que van. En Aragón
los colores del estandarte real pasan al escudo de Aragón por concesión real.
Por traslación de ideas podemos decir
que, si un rey francés le concede a un conde catalán un señal en su escudo y
eso se convierte en señal de el conjunto de los condados, por la mima regla de
tres el rey de Aragón al recibir del Papado los colores rojo y amarillo puede
afirmarse sin ninguna duda que esos colores pertenecen también al reino de
Aragón. Es decir al territorio, que es lo mismo que decir a la nación aragonesa. En Aragón el territorio
es patrimonial del rey. Luego concederá “honores” y nacerá la nobleza. Esta
nobleza con el tiempo hará hereditarias las “honores”.
Con Ramiro I se inicia, también, una
identidad cultural aragonesa a través de un dialecto romance conocido como Navarro-Aragonés.
Pero, muy pronto, este pequeño reino sufre una crisis institucional muy fuerte.
Ramiro II (el Monje) casa a su hija Petronila con un conde catalán. La nobleza
aragonesa ve en esto un sinsentido y se revela (leyenda de la Campana de
Huesca).
Esta identidad cultural aragonesa
trata de consolidarse pero finalmente no lo consigue. Este intento lo realiza
Juan Fernández de Heredia con su famosa Escuela Humanista, que es el intento más
serio de normalizar el dialecto aragonés. A finales del siglo XX Francho Nagore
normaliza la lengua aragonesa en el ámbito de la cultura vasca, no lo logra) de
nuevo opta por Cataluña la Academia de la Lengua Aragonesa (ALA).
Finalmente es el rey Juan II quien es
determinante para el futuro de Aragón pues con el Príncipe de Viana podría
haberse recompuesto un divorcio entre Aragón y Navarra nunca deseado. Intereses
superiores y en ello estaba el Papa Luna, forjan en el compromiso de Caspe la
unión de la casa de Aragón con la casa Trastámara y, definitivamente, con Fernando II de Aragón, la unidad de
España.
Volviendo a la bandera y a las
disputas que por ella hay entre Cataluña y Aragón, no hay mucho que decir ni
que reivindicar. Aragón tiene su bandera, la cuatribarrada. Es la bandera
histórica del rey de Aragón, del reino de Aragón y de la nación aragonesa.
Además la bandera está blasonada con el escudo de Aragón lo que le da un mayor
realce y proyección histórica. Nosotros no somos quienes para decirles a los
catalanes la bandera que deben enarbolar. Es más, ellos (al menos lo independentistas)
están dispuestos a modificarla añadiéndoles elementos masónicos como un triángulo
azul y una cruz de cinco puntas (la cruz de cinco puntas en la masonería
significa la perfección absoluta).
Los aragoneses somos fieles a nuestra
bandera histórica y a nuestro blasón que señala la antigüedad de nuestra tierra
y de nuestras instituciones.
Nada pues que decirles a los
catalanes. Es el momento de no mirar a los costados ni compararnos con nadie.
El origen de nuestra bandera y su pervivencia a lo largo de los siglos, está
bien asentada.
Aragón no es una comunidad muy
potente en el concierto nacional, pero sí que lo debe ser en la firmeza y
defensa de sus símbolos, de su cultura (su lengua), de su derecho y de su
cohesión como pueblo.
Nacimos de unos pequeños condados en
los más “duro” de los pirineos centrales y nuestra historia no ha estado exenta
de luchas contra fuerzas más poderosas. Hemos sobrevivido y eso ya es un éxito
que nadie puede robarnos.