LA
GUARDIA CIVIL CONMEMORA EL 180 ANIVERSARIO DE SU FUNDACIÓN
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Francisco
Javier Girón y Ezpeleta de las Casas y Enrile, II duque de Ahumada y V marqués
de las Amarillas (Pamplona, 11 de marzo de 1803-Madrid, 18 de diciembre de
1869), fue un aristócrata, noble y militar español, fundador y primer director
general de la Guardia Civil.
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El
28 de marzo de 1844, se produce el momento histórico de la creación oficial de
la Guardia Civil cuando, por Real Decreto, se crea un “cuerpo especial de
fuerza armada de Infantería y Caballería”, bajo la dependencia del Ministerio
de la Gobernación y con “la denominación de Guardias Civiles”.
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CAMINOS E INSEGURIDAD
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Basta
con leer algunos capítulos de El Quijote para darse cuenta de que los caminos,
durante siglos, en España, han sido malos e inseguros. Solamente los romanos
crearon una verdadera red de “vías” que luego fue fundamento de los “caminos
reales” y ya en el siglo XX se acometió con nuevas perspectivas el plan REDIA (Red Especial De Itinerarios Asfálticos). Los reyes estaban más preocupados
por la Armada que traía de América y Filipinas lo necesario para mantener sus
guerras y sus lujos. Por esa razón, si lees el Madoz (1845-50) te das cuenta del abandono y atraso que sufre España en las comunicaciones. Son, la inmensa
mayoría, caminos malos y de herradura. En la segunda mitad del siglo XX se da un
salto exponencial: autovías y ave. Inimaginable a principios de siglo.
Desde
la Edad Media con el dominio musulmán se inician los viajes formando caravanas
o grupos afines para una mejor defensa. De nuevo, esto se plasma en la Edada Moderna en El Quijote.
Pero,
después de varios intentos de crear una policía que protegiera los caminos,
llegamos a mitad del siglo XIX concretamente en 1844 y se crea una policía
rural que tendrá una trayectoria efectiva hasta nuestros días. Ha nacido La
Guardia Civil.
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GUARDIA
DEL REINO DE ARAGÓN
Texto GEA 2000
(Hist.
Mod.) Organismo dependiente de los diputados aragoneses cuya misión esencial
consistía en preservar la paz y el orden público. El incremento de la
delincuencia, robos, homicidios y de todo tipo de delitos observado a mediados
del siglo XVI movió a las autoridades a crear este cuerpo de vigilancia.
Fundado en 1568, será a partir de 1572 cuando alcance su conformación
definitiva.
El
excesivo costo de su mantenimiento y la incapacidad para hacer frente a todos
los objetivos inicialmente propuestos llevaron a los diputados a limitar su
acción, reducida en esencia a mantener expeditas las más importantes rutas
comerciales del reino. Atención especial merecieron los caminos que conducían a
Francia por Canfranc y al Principado de Cataluña por los Monegros. La
vigilancia se ejercía de manera más intensa en aquellos lugares que ofrecían
mayor peligro. Los miembros de la Guarda, formada por infantes y jinetes,
residían en presidios, teniendo en teoría limitados sus contactos con la
población civil. Los presidios de mayor importancia fueron los de Jaca y Fraga.
Hubo otros en Bujaraloz, Zuera, Alcubierre, Tamarite de Litera, etc.
La
tropa tuvo en ocasiones graves faltas de disciplina: connivencias con
bandoleros, conflictos con la población civil, progresivo abandono de sus
cometidos; sin embargo, el mayor defecto residía en el absentismo. Era muy
frecuente que oficiales y soldados estuvieran beneficiándose de una plaza en
una de las guarniciones y residieran en la capital del reino, ejerciendo otra
profesión. Ello movió a los diputados a arbitrar unas normas disciplinarias
mucho más rígidas, a fin de lograr una mayor eficacia en las acciones de la
Guardia.
Además
de la vigilancia de los caminos, la Guardia del Reino tenía encomendadas en
ocasiones misiones de carácter especial: acompañar al gobernador de Aragón en
las salidas que éste hacia por el reino en persecución de bandas de
delincuentes; proporcionar escolta al monarca o a personajes importantes a su
paso por territorio aragonés; proteger el tránsito de las remesas de moneda
enviadas a Cataluña, etc. A pesar de los problemas de indisciplina, en líneas generales
la Guardia del Reino permitió con su actuación que los intercambios
comerciales, amenazados por el incremento de la delincuencia, pudieran
continuar realizándose.
A
partir de las Cortes de 1592, celebradas en Tarazona, la Guardia del Reino, que
continuaría siendo sufragada por los diputados, pasó a depender directamente
del monarca, quien se encargaría de nombrar las personas que debían formar
parte del organismo. En el siglo XVII, aunque en teoría la misión de la Guarda
no sufrió modificación alguna, el sentido del cargo decayó. Sus integrantes,
más que ejercer una función, lo eran en pago de servicios prestados a la
monarquía.
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