Quién hubiera tal ventura
a orillas del Guadalaviar
como la tuvo Isabel
cuando a Diego fue a esperar.
Las comadres ya le advierten
que hoy acaban de llegar
nuevas que dicen y dicen,
que a Diego lo han visto ya
caminando hacia Teruel
por Motilla del Palancar.
El camino que de Cuenca
a Teruel viene a plegar,
trae más curvas que el Ragudo,
más peñas que un pedregal.
Los caballos se destrozan
los cascos al caminar
y los arreos se rompen
de "tantismo" trajinar.
El Gimeno y el Guitarte
por los Estrechos ya están
arreglando las cunetas
sin parar ni p´a almorzar.
El Concejo de Teruel
pregón ha mandado echar:
que aparejen los abríos,
que amarren los esturraz,
que las legonas y jadas
las lucien sin esperar,
que hay que parar el camino
p´a que el mozo llegue ya,
pues la Isabel va a casarse
con un mozo que, aunque rico,
no lo puede estomagar.
Una semana ya llevan
eslomaos y sin parar
y paice que hasta Ademuz
el camino listo está.
Ya bandean las campanas
de San Pedro sin parar.
Están las boda en ciernes,
nadie las puede parar
y, a Isabel, un hormigueo,
no la deja descansar.
¿Llegará a punto el buen Diego?
los caminos están mal.
Si el rey no pone remedio
y arregla los baches ya
es seguro que tendremos
un drama muy singular.
El Diego se morirá
por culpa de la tardanza
e Isabel irá después
derechica hasta la zanja.
Va p´a mil años o más,
el problema es secular,
los caminos de Teruel
solo son para marchar.
*