El viajero, al llegar a su destino, se apeaba de su cabalgadura y humillándose ante la cruz daba gracias a Dios por haber llegado con bien. Por esta razón las cruces que señalaban el final del camino se llamaban y se llaman: cruces de término (de viaje), cruz cubierta y, también, humilladero (esta última suele tener la forma de ermita). En Galica (que se han conservado mejor y en mayor número) se llaman cruceiros.
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FOTOGRAFÍAS HISTÓRICAS