Tras las lluvias primaverales una frondosa naturaleza parece querer "comerse" los restos del castillo de los Ares o Torre del Buco. Paramos un instante ante sus ruinas. Unos (los más románticos) para ver somo se desmoronan irremisiblemente sus elegantes torreones. Otros (los heroicos) para comprobar como resisten sus muros, en su batalla desigual, contra el tiempo y el abandono.
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Este torreón, el más visible, resiste el paso del tiempo impertérrito.
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Este otro torreón se encuentra franqueando la puerta original de entrada al castillo.
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