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LA MURALLA DE TERUEL
(PRIMERA FASE)
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Las murallas no se construyeron para
ser estéticamente bellas, por el contrario, su prioridad era ser eficazmente
defensivas. Una muralla es un instrumento militar y, como tal, hay que
reconsiderarlo hoy día. Perdida su función histórica, los restos que hoy día nos
quedan deben tener como objeto ser, vestigios de nuestra historia a través de
la arqueología e instrumento pedagógico convertido en centro de interpretación
o museo. Por ello, si bien es verdad que las murallas por elevarse sobre riscos
y por la elegancia de algunas de sus torres causan admiración y goce estético,
hay que recordar que su uso fue otro más prosaico. Tal era proteger a la
población de las incertidumbres del campo abierto. Tan grande era la necesidad
de perimetrarse con muralla o muro, que hasta el Rabal de Teruel tenía muralla.
El tramo de muralla que estos días es
objeto de apertura al público ha sido perfectamente estudiado
(arqueológicamente e históricamente) y a tal fin colocamos aquí, fotografiados, los distintos momentos del proceso, según figura a la entrada del museo de la
muralla de Teruel en su primera fase de restauración.
Nadie dudará, tras su visionado, que
el trabajo no es eficiente y eficaz. Otra cuestión es que el ciudadano que
circula por el entorno y ve el exterior de la muralla, pueda gustarle o no.
Sobre gustos, hay mucho escrito. Y sobre la opinión estética que uno posea ( siempre subjetiva), tiene mucho que ver la forma como se ha elaborado y educado, personalmente, dicho
criterio estético.
De todo lo anteriormente dicho, de la
visita a este tramo de Muralla y tras sopesar los pros y los contras, el resultado
final del conjunto lo consideramos óptimo. Además cumple una misión principal cual
es que, el turolense y en su defecto el forano, entiendan mejor la historia de
nuestra ciudad.
Esta es una obra bien hecha.
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