Manuel es de "Monrial como hay Dios" pero se caso en Singra y aquí se avecinó. Desde que se jubiló pensó en arreglar esta zona muy abandonada. Limpió, ajardinó, plantó especies autóctonas; las regó, podó y cavó, cuando fue menester. No lo hace por ecología, lo hace por arreglar esta zona un poco marginal del pueblo. Está debajo del punto geodésico y a la vista de los aljibes, el pairón, la ermita de san Roque y buena parte del valle del Jiloca. La vista le llega hasta su pueblo natal. Al verano, que es cuando más trabajo le dan los árboles, guarda la botija y la bota en la bodega. En ella, las patatas no se grillan (nos las muestras lozanas). ¡Qué hace frío...! a la bodega. ¡Qué hace calor...! a la bodega. Tiene otro vecino de bodega que ha puesto los aladros encima. Estas herramientas jodían la vida de los hombres labrando todas estas extensas llanura. Ahora han terminado siendo un adorno. Un hombre, antes, tenía que tener buen musculo para sujetar la esteba. Ahora, lo del campo, no es trabajar.
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En la puerta, por capricho, ha puesto las iniciales de sus seres queridos.
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Interior dela cueva que tiene amueblada.
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Bancos y mesa para merendar con los amigos.
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Punto geodésico y abajo la zona ajardinada por Manuel.
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Aljibe de Singra con obras de restauración. Antiguamente Singra no sabía que bajo su suelo había tanta agua.
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A la derecha de la imagen Manuel.
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Aladro y vertedera
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Plaza que no lleva nombre
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Otra vista de los aljibes.
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