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lunes, 8 de noviembre de 2021

Noviembre2021/Miscelánea. ¿YE ARAGÓN, NAZIÓN?

¿YE ARAGÓN, NAZIÓN?

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Un historiador tiene como misión investigar, estudiar, comprender, interpretar y difundir el pasado lo más fiel posible. Un político, tiene como tarea aprender del pasado para construir el futuro. Cada uno tiene un perfil y, siempre, el político deberá ayudarse del historiador cuando mire por el retrovisor. Pero, el político es un conductor que mira hacia adelante y en algunas ocasiones, cuando decida hacer alguna “maniobra” complicada deberá mirar por el retrovisor para no ser atropellado, es decir, deberá consultar a la historia.

En el “EXTRA V” de Historia 16 de abril de 1878 dice Eloy Fernández Clemente: “Es bien sabido, al fin: ninguno de los reyes de la casa de Austria lo fue realmente de una entidad estatal llamada “España”. Se pone así en solfa, una vez más, la realidad de la existencia de España como nación o como estado. Todo ello en contra de la opinión sostenida por unanimidad de la Real Academia de la Historia de España. Pero, Eloy da con ello puerta abierta, de par en par, al federalismo. Si nunca hemos sido una UNIDAD podemos crearla en base a un pacto entre iguales: federalismo. Pero, a estas alturas del siglo XXI lo de federalismo queda superado y ahora lo que se pretende es lo de confederación de estados: vascos, catalanes y el resto que es, lo que no existe, lo que niegan su existencia y que ahora llaman sí,  España.

Pero desde luego, todos estos historiadores parciales, saben, pero esconden intencionadamente que, los Austrias, heredaron de los Reyes Católicos una ley superior y supraestatal llamada Santa Inquisición. O, acaso puede ignorar Eloy Fernández y otros, los viajes que hizo Antonio Pérez de la cárcel de la Inquisición (estatal) a la cárcel de los manifestados (foral)… Sí que existió una ley supraestatal, incluso con los Austrias. Y, desde luego, con los Borbones una realidad total llamada España.

Pero, desde luego, lo que no existió fue una “Corona de Aragón” ni una confederación catalano-aragonesa. En la época feudal no existía estado y por tal asunto, mal podía haber una confederación de estados. Todos sabemos donde se coronaba al rey de Aragón, pero nadie ha sabido decirme nunca donde se coronaba al rey de la “Corona de Aragón”, ni qué funciones tenía ni qué potestades, ni a qué fin respondía, ni cuál fue su genealogía. Sí existió y existe, el Archivo de la Corona de Aragón creado a fin de conservar el rey los documentos de todos sus territorios. Si que existió el rey de Aragón, de Valencia y conde de Barcelona. Si que existieron 25 reyes de Aragón como se muestra en la galería de retratos que todavía se conservan.

Conviene recordar dos conceptos heredados del Imperio Romano y que observamos todavía en el Vaticano: la proclamación y la aclamación. Luego que es elegido un nuevo papa por un grupo de cardenales de la Iglesia, ya en el balcón o ventana Vaticana el portavoz de la curia dice: “Habemus Papam”. A este acto, indispensable, se le llama “proclamación”. A continuación la muchedumbre reunida en la plaza lo aclama. Este acto de aclamación se llama también “potestas”. Quiere decir que, eres rey, en tanto que eres reconocido como tal. Jaime I que cerró a Aragón las puertas al mar dividió la “potestas” regia. Esto es, fue reconocido como rey por los valencianos y por los aragoneses separadamente.

En la actualidad puedes proclamarte como estado independiente. Es el caso de Puigdemont en Cataluña. Si no hubiera renunciado por propia voluntad al minuto, cabría haber pasado al segundo capítulo. En esta ocasión debería haber sido reconocido como estado independiente por los demás estados del planeta, y particularmente por Europa y la ONU. Puigdemont, no quiso dar el paso de la aclamación, es decir de la POTESTAS. Así que, queda pendiente en saber lo que pudo haber pasado.

Como hemos visto en otro capítulo, esta es una fiesta que le queda grande a Aragón. Aragón puede estar a la “búsqueda de la identidad perdida”. Pero creo que ni eso. Labordeta, que sufragaba económicamente a la Cha, dejó el suelo del nacionalismo aragonés, quemado.

 ¡Bendito Labordeta!

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