TERUEL NO EXISTE
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Paseo por el casco viejo. Paso por la calle Santiago y me detengo ante la pintada. Me tiento la ropa y me digo: ¿EXISTO O NO EXISTO? Me siento, de repente, como atrapado en un dilema de naturaleza ética, quizás teológica o tal vez parapsicológica. Recuerdo entonces, por un instante, los versos de Atahualpa Yupanqui:
Hay un asunto en la tierra (España)
Más importante que Dios (Teruel)
Y es que naide escupa sangre
Pa' que otro viva mejor.
En mi mente sustituyo la palabra Dios por la palabra Teruel y, la palabra tierra, por España.
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Veo, en la calle de El Salvador y en el acceso a la torre, pegado a la pared, este dibujo de la torre mudéjar en construcción. La altura era fundamental para la defensa. Solamente es a partir del año 1262 y tras el cerco a la ciudad de Niebla (Huelva), cuando la pólvora entra en España de mano de los musulmanes. Con el rey Fernando el Católico el ejército mejora su organización, su técnica y se hace invencible en toda Europa. Las primeras armas de fuego fueron las culebrinas. En los recintos murados (también en Teruel) las construcciones defensivas se hacían en altura para aprovechar la energía potencial.
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La tarde pardea. En la plaza del Torico se está en el proceso de cambiar las luces actuales por las de LED. La plaza seguirá oscura por culpa del suelo negro. El suelo es como los zapatos en una persona. Si aciertas en ellos, además de cómodo, irás elegante. Aquí no se acertó.
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Los cuatro caños de la fuente del Torico, cada uno en su cadencia, destilan el amor que canta la jota. Aquí dicen que mana el querer.
Sin embargo, este chorro fláccido, blando y extendido de este caño de la foto, me recuerda aquel dicho que señala así:
Las monjicas del convento
todas mean a chorrillo,
menos la madre abadesa
que mea en un canastillo.
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Hoy disfrutamos del conjunto de la catedral en todo su esplendor. En ninguna otra de las épocas de la historia, el conjunto exterior del templo a gozado de una visión tan perfecta.
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