LA BELLADONA O UNGÜENTO DE BRUJA
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Mucho se ha escrito sobre brujas y druidas. Sin embargo, ambos colectivos, a través de la historia, han sido los
pioneros en el conocimiento de las plantas para usos medicinales, para el
embellecimiento de la piel, para la fabricación de bebidas- pócimas o, también, para usos alucinógenos. Particularmente hay dos plantas relacionadas
con las brujas, la belladona y la mandrágora. El poder de ambas ha hecho que
entorno a ellas crecieran misteriosas leyendas y fueran usadas con el máximo
secreto. Estas plantas, cuando el uso no era adecuado llegaban a producir la muerte.
Una antigua leyenda dice que la belladona se encuentra permanentemente vigilada
por el diablo, razón por la cual su ingestión es mortal. Así pues, mientras que
el druida (hombre encina) estaba relacionado más con este árbol (y el muérdago) cuya savia es
astringente y se usaba para curar las heridas. La belladona es por excelencia, junto a la mandrágora, la planta de la brujas. Estas, sabedoras
de su poder, generalmente la usaban de forma tópica.
La famosa pócima de las brujas
(belladona) era puesta en las partes íntimas de las mujeres debido a que su
poder al ingerirla de manera oral era peligroso. Las visiones y los viajes
producidos por este ungüento han sido investigados por diversos médicos y
místicos que señalan ver desde orgías hasta viajes por el universo a una
velocidad estratosfera, además de visiones con brujas en medio de bacanales
desenfrenadas.
Sin embargo, la planta más amada por
las brujas es la mandrágora, que junto al muérdago es la planta mágica más
conocida y utilizada de todos los tiempos.