La elaboración de la Ley de
Lenguas y su correspondiente MAPA, es un deporte que se practica en todas las Comunidades Autónomas, sin
excepción. Consiste en un "corpus" legislativo y, en trazar sobre el mapa unas líneas que delimitan las
lenguas que se hablan en cada territorio partiendo, de la premisa, de que uno es
poseedor de la verdad más absoluta. Tal es así que, los geógrafos que los
elaboran, se atribuyen poderes filológico-geográficos indiscutibles. Pero
cuando llega al poder el partido de la oposición, otros geógrafos-filólogos/filólogos-geógrafos,
también de sabiduría plena e incontestable; pero salidos, paradójicamente, de la
misma facultad universitaria, elaboran otro mapa, también incuestionable. Por esta simple y llana razón, España está abrumadoramente cubierta de mapas lingüísticos. Pero,
esos mapas, sólo tienen algún signo de viabilidad allí donde el poder autonómico
ha alcanzado la categoría de Confederal, atribuyéndose la autonomía poderes de
Estado. De ahí que las verdaderas comunidades autónomas, que son la que en
realidad carecen de poder, se adscriban a uno u otro territorio-estado. Así
andamos en Aragón, sumisos a Cataluña o a Madrid según el turnismo político. Pero
la cosa no es preocupante, dado que la mayor parte de la población “pasa” de
este tema. En muchos casos, simplemente, no "pasa" de nada porque ya no queda gente.
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