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CUATROCIENTOS VEINTE
GRITOS DE PROTESTA
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Puede ser que seamos unos
desagradecidos, o unos impertinentes, o unos atrevidos. Posiblemente no sepamos
o no hayamos aprendido a tener paciencia. Quizás, tal vez sea, que nuestra
forma de pedir las cosas irrite a los políticos. Por imaginar todo tipo de
situaciones, de lugares y de circunstancias, podría darse la circunstancia de
que hubiera otros más necesitados que nosotros, que somos tan ansiosos y prepotentes
al pedir una solución para esta carretera que anda así desde hace, décadas y décadas.
Lo cierto es que pasan los Gobiernos, pasan los políticos todos y vemos como receban
y arrellanan sus asientos, sus poltronas sin hacer nada. Mientras, aquí permanecemos en un limbo inconcreto e indefinido.
Que nadie alce la voz, no sea que pierda el sillón y su sustanciosa nómina de
poncio. Fuera hace frío, pero aquí, protegido por las cuatro gruesas y sordas
paredes que protegen al funcionariado
estatal… ¡se está tan calentito!
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ENTRE LIBROS Y VILLEL
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Pinchad aquí:
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