Tengo una amiga que cuando era
pequeña bajaba el fiemo de la corte de los cerdos desde la calle de la Parra a
la huerta de Teruel. Así fue desde la fundación de la ciudad hasta el siglo XX.
Sin embargo, los accesos a la huerta siempre fueron difíciles y continuamente
olvidados por jueces y alcaldes de la villa y luego ciudad de Teruel. Ahí está la “regüelta” de Cofiero para botón
de muestra.
Ahora se pide con insistencia (y
unanimidad absoluta) la bajada de Capuchinos y la Cuesta de los Gitanos. Adif
hace tiempo que hizo los puentes y ahora la pelota está en el tejado del
Ayuntamiento.
También cuenta mi amiga que,
antiguamente, los príncipes, cuando tenían que hacer un puente (por necesidad
propia) no iniciaban las obras sin más, sabedores de lo poco agradecida que es
la gente cuando te adelantas a sus demandas. Por esa razón, “el príncipe”,
introducía agentes secretos entre la población que excitaban a la gente en la demanda
del susodicho puente. Se hacían manifestaciones, se formaban comisiones para
que fueran a hablar con “el príncipe” y pedirle tan necesaria obra. Cuando el
tema estaba bien maduro y las personas suficientemente excitadas aparecía “el príncipe”
como gran benefactor y prometía la construcción del puente que era de su
interés personal.
A ver si la PRINCESA…..