BAJAR AL RABAL TUROLENSE
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Para construir sus calzadas los
romanos utilizaban puentes, túneles y desmontes. Utilizaban también, cuando era
absolutamente necesario, las curvas de nivel del terreno para hacer más cómodo
el camino. Sin embargo, los árabes, dados a las caravanas y al transporte a uña de caballo/camello, apenas intervenían en el
terreno, prefiriendo dar un rodeo para salvar el obstáculo del camino. Así se
puede apreciar en el escalón que hay entre el Ejido (Ronda de Dámaso Torán)) y el Rabal turolense. Durante la época árabe y
las posteriores, hasta que se habilitaron nuevos trazados, el camino a Zaragoza
que partía de su puerta homónima discurría hasta el Ejido y luego daba una
vuelta pasando por la plaza hoy conocida como del Santísimo Cristo para enlazar
con la calle Mayor del Rabal. Este camino o ruta de las caravanas discurría por
los valles de los ríos de forma que hasta Zaragoza el trayecto era el siguiente:
río Alfambra, río Pancrudo, río Huerva, río Frasno y finalmente se volvía al
río Huerva en Muel. Entre Villarreal de Huerva y Muel se abandonaba el cauce
del río Hueva para, tras pasar el puerto del Alto de San Martín y llegar por el
río Frasno a Encinacorba y Cariñena, se
continuaba por la calzada romana (Caesaraugusta-Laminio) hasta Longares, Muel, Contrebia Belaisca y Zaragoza.