San Juan Bautista era el líder de una secta de judíos llamados los nazoreos o elegidos cuyo objetivo era liberar al pueblo judío del dominio romano. Se entraba en dicha secta mediante el rito de inmersión en la aguas del río Jordán. Bautista denunció la connivencia del rey Herodes con Roma y esto le costó la vida. Jesús entró en dicha secta pero, resultó un fracaso. Cuándo se le puso a prueba no dio la talla: “dad al Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios” y luego… “mi reino no es de este mundo”. Los romanos lo dieron por “inocente”, es decir, no era un hombre que pusiera en peligro el poder romano. Entonces los sacerdotes eligen a Barrabás, también nazoreo pero, a diferencia de Jesús, este sí se enfrentaba a los romanos a mandobles. El Bautismo, definitivamente, quedó como rito de entrada en el cristianismo. En todas las iglesias hay un baptisterio y en muchas de ellas está la figura de Juan Bautista.
La Real y Soberana Orden
del Hospital de San Juan de Jerusalén lo tienen por patrono. Muchos consideran a Juan el Bautista como el verdadero origen del cristianismo.