Clemente VIII. Doncel. Teruel, 1370 – Palma de
Mallorca (Islas Baleares), 28.XII.1447.
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LA ABDICACIÓN DE CLEMENTE VIII
(Según el Diario de Mallorca)
En el año 1423 fallece Benedicto XIII. "Sin
perder tiempo, tres cardenales leales al de Aviñón, nombraron papa a un
aragonés, Gil Sánchez-Muñoz y Carbón, persona de máxima confianza del papa
Luna, que tomó el nombre de Clemente VIII. Gil había nacido en Teruel, en la
casa solariega de la influyente familia de los Sánchez-Muñoz, ubicada todavía
hoy en la plaza de San Juan (en su solar está situado ahora el edificio del Casino Turolense). A pesar de que Gil fue hijo primogénito, y por tanto,
con la posibilidad de disponer de cuantiosas rentas y una vida cortesana,
renunció a ellas para colmar su vocación religiosa. Fue nombrado, por el papa
de Aviñón, chantre de la catedral de Gerona y canónigo de la de Valencia, entre
otras dignidades. Quiso el destino que fuese proclamado papa.
Tras la proclamación, viendo la reina María que
se persistía en mantener el cisma "aunque era casi anecdótico" y viendo
posibles conflictos diplomáticos, ordenó al gobernador de Castellón que
arrestase a los cismáticos de Peñíscola. Pero, a su regreso de Nápoles, su
marido, el rey Alfonso el Magnánimo, vio la posibilidad de utilizar a Clemente
VIII “aragonés” como comodín en su juego político frente a la influencia de
Francia sobre Martín V. Por ello, revocó la orden de su esposa y dispuso la
protección del castillo, del papa y sus cardenales, dotándoles con 16.000
florines anuales.
Esta situación duró ocho años, los que tardaron
en pactar el rey de Aragón y Martín V. En el mes de mayo de 1429, el monarca
envió a Alfonso de Borja (el futuro papa Calixto III) a Peñíscola para
convencer a Clemente VIII que renunciase a su dignidad. Al ver la situación,
los cismáticos entendieron que aquella aventura había finalizado. Gil renunció
de su cargo pontifical y abandonó la antigua fortaleza templaria. En gratitud,
Martín V le indemnizó con cuatro mil florines de oro y, tras instalarse unos
meses en Valencia, el 28 de agosto, fue nombrado obispo de Mallorca. De todas
formas hubo un pequeño contratiempo, pues el rey, desconociendo la decisión del
papa, en el mes de octubre nombró obispo de Mallorca, por su cuenta y riesgo, a
Galcerà Albert, monje de la abadía de Santa Maria de Ripoll. Presto, Galcerà
tomó posesión del cargo de obispo. Curiosamente, los mallorquines estuvieron más
de un año ignorando los deseos del papa. Tal como documentó Llorenç Lliteres,
fue tal el desdén, que "fue preciso que el Rey mandase a los mallorquines
reconocer y tener por verdadero Obispo a Gil Sánchez Muñoz y que el Gobernador
Real le intimase so graves penas abandonar el Palacio episcopal, donde se
defendía con gente armada". Gracias a la pronta reacción del monarca no
llegó la sangre al río y Gil pudo trasladarse a Mallorca y tomar posesión de su
cargo."