AÑO CIENTO CINCUENTA Y TRES, ANTES DE CRISTO
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Para ver el sol rojo de la tarde, la víspera del día de Vulcano (23 de agosto) hace ahora 2.172 años, habían adelantado la salida de Roma. Este año por primera vez el sorteo de las legiones se había hecho el día 1 de enero del año 153 a de C. A él, en esta primera salida de Roma, le había tocado venir a Hispania con el consul Quinto Fulvio Nobilior. La marcha entre Roma y Caesar-Augusta había llevado muchos meses. Ahora, mañana precisamente en el día de Vulcano, era el señalado para el ataque a Segeda. El sol rojo sobre el horizonte al ocaso presagiaba malos augurios. Mañana, lo intuía, le llegaría la muerte. En frente estaban aquellos fieros celtíberos con sus templadas espadas, capaces de partir de un solo golpe su escudo. Vio esconderse el sol por el lugar en el que estaba Segeda y se dispuso a dormir... pero, aquella noche de inciertos presagios no pudo plegar ojo. Tras siete meses y veintidós días de marcha, llegaba por fin la hora de la verdad. En lo más profundo de la celtibera se iba a decidir una batalla que marcaría el curso de la historia en Hispania. Mañana 23 de agosto, él todavía no lo sabía, morirían 6.000 romanos bajo las espadas de los celtíberos en la batalla de Segeda. En tal aciago día, decidieron lo romanos, que nunca jamás volverían a hacer la guerra.
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