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EL ORIGEN DEL MALACATÓN
Dios le dio al rey Jaime Urrea de
Gaén y Jaime se la dio a Pedro, su hijo. Y vio Pedro que la tierra era fértil y
sus frutos sabrosos. Dijo Pedro, que planten mis súbditos árboles frutales y
campos con trigo para hacer el pan y tengan mercado el jueves. Dijo luego, que
haya sinagogas para los judíos, mezquitas para los musulmanes e iglesias para
los cristianos. Que se pueble esta tierra con imprentas para que las palabras
de todos los dioses se difundan. Puso luego, Pedro, la libertad para entrar y
salir, para ver y observar, para proponer, para debatir y contrastar las ideas.
Y las gentes abrazaron con fuerza su trabajo. Hicieron zaicas para el riego y
azudes para represar el agua del río Martín. Se poblaron los lugares de casas, las
casas de hijos y los hijos aprendieron los oficios que hacen la vida más
llevadera al hombre. Y vio Pedro que, el ducado de Íxar, era un lugar apacible y
tranquilo para vivir su vejez y aún para descansar una eternidad. Luego que murió el primer duque de Íxar, la
tierra lloró a través de los árboles gruesas lágrimas de terciopelo que fueron,
al paladar de los hombres, dulces como la miel. Desde entonces se cultiva el
melocotón y se embolsa para que su forma y su piel, sea perfecta. Quieren comer
esta fruta los hombres de todas las naciones de la Tierra, pues dicen que es, sabrosa como la fruta del Paraíso que comiera Eva y diera luego a Adán.
Empero, no alcanzando su producción para tanta demanda, su precio, sin embargo,
crece día a día haciendo a sus habitantes sentirse confiados en el futuro.
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