DIEZ AYUNTAMIENTOS… Y SOBRA.
Un Estado, para ser eficaz, tiene
que tener una administración adaptada a las necesidades de la población. Aragón
y toda la España interior tiene el problema de la despoblación y la dispersión
de sus habitantes en municipios, muchos de ellos, ya inviables. Por ello, debe
buscarse la formula que resulte lo menos gravosa posible al Estado y lo más
eficaz para el ciudadano. Se trata de optimizar los recurso, a veces escasos,
para que la población no se vea desatendida. Se pretende preservar las tres
patas de nuestra democracia social: educación, sanidad y pensiones. Pero sucede
que muchas veces, el político, trata de hacer proselitismo con el dinero público
y, bajo el pretexto de una mejor administración, crea una clientela de “manos
muertas” que suponen una carga penosa para el erario público.
Aquí cabe deslindar dos partes
sustanciales, se trata de distinguir al funcionario o trabajador de lo público
en un pueblo o barrio, del político y adláteres. Con respecto al político hay
que señalar que ha sido en demasiadas ocasiones una carga para el Estado pesada
y molesta (antes, cesantías y ahora, asesorías).
La izquierda española critica y
denosta el franquismo mientras sigue alguna de sus pautas, las abraza y las defiende como
causa propia. El franquismo ha sido una bendición para la izquierda española.
Veamos el caso del municipalismo. En la provincia de Teruel, durante los años
60 y 70 del siglo pasado, se produjo una emigración masiva del campo a la
ciudad. Más de 90.000 personas abandonaron nuestros pueblos y sin embargo, la
administración municipal no se movió ni un ápice. Sólo en tres casos se produjo
algún tipo de ajuste muy tímido, fue en Teruel, Calamocha y Alcañiz. En torno a
estos núcleos se agregaron los municipios más cercanos: Tortajada, Villaba Baja,
Valdecebro, Concud… el resto del territorio siguió sin una adecuación
administrativa que hoy resulta insultante para el ciudadano. El municipalismo
nutre la militancia de unos partidos desconectados de la sociedad y aporta
dinero a las arcas de esos mismos partidos en unas elecciones supercostosas
para el número de votantes. Siempre hemos puesto el caso de Almohaja, un
Ayuntamiento sin vecinos. ¿Quién vive en Almohaja? ¿Para qué se tiene
Ayuntamiento? El PSOE dice que no cuesta dinero mantener esta mascarada y
miente. Pero, en Teruel no hay sólo una caso, en la provincia de Teruel lo que más
abunda es lo de Almohaja.
Para tratar de dar una solución a
este problema de la despoblación y de un municipalismo ridículo (por patético) se crearon las comarcas. Los servicios que necesita un pueblo se deben dar
desde la cabecera de la comarca (ya se dan muchos) y de paso reorganizar la
administración de forma que sea más eficaz y menos costosa. El tema se resuelve
con diez pueblos para la provincia de Teruel, que coinciden con las diez comarcas que actualmente
funcionan. También es verdad que sobraría todavía alguna comarca que se añadió
a última hora, pero en fin, el tiempo dirá. También es curioso que cuando se
crearon las provincias a la de Teruel se la dotó con 10 partidos Judiciales,
que ahora se han reducido a tres.
El pueblo, como núcleo habitado,
no debe perder su personalidad (cultural, histórica…) y de hecho, por ejemplo,
Tortajada la mantiene y salió ganando en lo económico y, en general, en todos los aspectos uniéndose a Teruel. ¿Qué presupuesto
municipal puede elaborar un municipio de 40 habitantes donde la mayoría son
jubilados? Tortajada tiene resuelto el problema pues, las obras y servicios van
a costa de Teruel y así mantiene sus servicios básicos con decencia y sin problemas.
Ponerse una venda en los ojos y
mirar egoístamente de reojo a la poltrona puede resultar a la larga calamitoso.
Una administración honrada y equilibrada es lo que pide el ciudadano.
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