LA GUARDIA CIVIL, EL CURA, EL MÉDICO, EL FARMACÉUTICO, EL MAESTRO... Y EL ALCALDE
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A estas personas se las conoce con el nombre de “fuerzas vivas” del pueblo y responden a una concepción tradicional de España. Durante el siglo XIX se gestó este modelo de municipio como entidad independiente, dotado de estructuras político-administrativas propias y con un territorio o término municipal delimitado por güegas o mugas.
Esta estructura o modelo municipal empezó a cuestionarse tras la Guerra Civil (36-39), momento en que el franquismo crea las clases medias y da solución a la incapacidad de los pueblos de subsistir por sí mismos, mediante las grandes migraciones del campo a la ciudad en los años sesenta y setenta del siglo pasado. Más de 90.000 turolenses abandonan la provincia.
Pero la estructura municipal de España no se tocó (nadie osó tocarla nunca) porque, el municipalismo, es la base de la política española desde Cánovas del Castillo. Ejemplo de ello son las elecciones de abril de 1931 que ganó el rey Alfonso XIII y que sin embargo provocaron la proclamación de las Segunda República (España es diferente).
La supresión de municipios y su agregación a entidades mayores tiene su piedra de toque en Villamayor y explica, como partidos progresistas como la Cha, son presa de la más rancia de las políticas caciquiles de Aragón y España.
Ahora, en pleno siglo XXI, con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación resulta paradójico que un ciudadano se vaya de viaje de novios a las antípodas (Nueva Zelanda) y que sin embargo monte el pollo por tener que pedir un certificado en la cabecera de comarca, a tan sólo siete quilómetros. Increíble pero cierto.
Ahora, cuando las fuerzas vivas ya no significan nada y en muchos casos están en trance de desaparecer, seguimos aferrados a un modelo que nos trae muchos problemas y mucho gasto. Pero el ciudadano rural, en vez de proponer nuevas formas administrativas, sigue aferrado a este modelo caduco e ineficaz. Aquí, el ruralita, está apoyado por la clase política defensora de sus prebendas través de una red clientelar que alcanza los 8.000 pueblos. La creación de las candidaturas municipales forja la militancia de los partidos que de otra manera no acudirían o lo harían en menos medida.
Esta conjunción de intereses impide progresar en otro tipo de modelo administrativo. Se trataría de que, sin perder la identidad propia del municipio, se pasara a otro tipo de administración más eficaz y barata.
Se apunta la comarcalización como modelo y no se ejemplifica con los núcleos o pedanías que han ganado un ciento por ciento incorporándose a una entidad mayor. Somos muy defensores de “lo nuestro” mientras que pague el Estado. Otra cosa sería, si este modelo tan caro y obsoleto se nos facturara directamente.
Así, debido a nuestra insolvencia económica, Encinacorba describe un panorama municipal desolador. Están pendientes desde hace décadas un buen número de obras a las que el municipio no puede hacer frente. Mientras, se mantiene la ficción de ser un municipio con Alcalde, concejales y banda de música.
Todo muy bonito, pero no tenemos comunicaciones telefónicas, ni una carretera decente, la escuela a punto de cerrarse y las fuerzas vivas pasan totalmente de la problemática del lugar.
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