La industria textil, tan esencial
en la historia de la provincia de Teruel, proviene del desarrollo de la ganadería
en las montañas del Sistema Ibérico. La cría de ganado lanar posiblemente de
origen Celta, la mejora en la producción de lana mediante la trashumancia (la
oveja que trashuma da más lana), la ordenación del sector mediante leyes
(fueros, ordenanzas), la creación de rutas tanto de trashumancia como de
evacuación de las manufacturas (ruta de la lana), son elementos sustanciales
para conocer esta actividad que en su conjunto ha sido, considerada por los expertos,
la más importante de nuestro ámbito
geográfico.
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LA MANUFACTURA DE LA
LANA EN ALBARRACÍN
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Según Ignacio Jordán
de Asso y del Río
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“Siendo la lana de este
partido su más rica producción, y la más
sobresaliente en calidad de todo el Reino, ha sido fácil fomentar en él las
fábricas de esta clase: y en efecto en el año 1200 poco posterior a la
conquista de la Ciudad, se hallaban ya arraigadas en ella la pelairía, como lo
acreditan las Ordenanzas, que formó D. Fernando Ruiz de Azagra sobre el obraje,
y tinto de los paños, su fecha a 30 de mayo de dicho año, las cuales se hallan
recopiladas en los Fueros de los molinos traperos, y de los texedores, y otros
artífices de paños insertos en la suma de Fueros de Santa María de Albarracín,
y Comunidad de Teruel, que publicó el Licenciado Juan Pastor.
Las manufacturas de lana
continuaron floreciendo en Albarracín, y en otros lugares de la Comunidad hasta
fines del siglo pasado, que empezó a ser sensible su decadencia. Antonio Cubero
comerciante instruido atestigua, que hubo tiempo en que los paños de Albarracín
tenían salida para varias Provincias de España, y aún para Francia, e Italia.
Sin embargo no excedían del cuento de 26, según parece por el arancel de
Zaragoza de 1679, en que se tasan a 26 reales cada vara de paño negro. En el
mismo se hace mención de las rajas negras de Albarracín apreciadas en 12 reales
la vara.
En la mayor parte de las aldeas
florecieron las fábricas de cordellates, que subsisten hoy día reducidas al
consumo de sus naturales, y a la corta extracción, que hacen para Castilla.
En el transcurso de este siglo se
han mantenido las fábricas de Albarracín en deplorable estado, hasta que en
1776 se erigió la nueva manufactura llamada de la industria popular, a impulso
de algunos celosos ciudadanos, que aportaron los primeros fondos, tomando
dinero a censo del Hospital de la Ciudad, y de los comunes de los pueblos,
pagando a estos últimos el 3 por 100, para cubrir con las pensiones todo el
capital. El Sr. Obispo D. Josef Molina
contribuyó a tan útil establecimiento, dando libremente 2125 libras; cuya generosidad
imitaron los demás Obispos sus sucesores, hasta que el fondo total de la
fábrica llegó a formar una suma de 12.929 libras.
Esta manufactura se va
sosteniendo con dificultad, porque no ha tenido adelantamiento alguno en la
finura, y bondad de los paños; de manera, que a no ser las contratas hechas
para vestir algunos Regimientos en la última guerra, se hubiera arruinado ya
totalmente. Además de esta fábrica hay otras cinco, que dirigen varios
particulares, siendo las más considerables las de D. Pedro Navarro, y D.
Dionisio Catalán: pero estas tampoco han hecho progreso alguno en el obraje, y
primor de los paños, según parece por las muestras de ellos, que he tenido
ocasión de examinar.
Estas fábricas emplean 280
operarios, y hacen paños cuatreños, dieziochenos, veintenos, y veintedosenos, reputándose el total de lo que fabrican en 800 piezas al año.
Los curtidos constituían otro
ramo de la industria en Albarracín pocos años después de la conquista, como lo
manifiesta el Fuero de pellegeros . En 1350 D. Pedro IV dio una providencia
muy mal entendida, mandando que los curtidores, y herreros, que quisieran
sortear para oficios de Regimiento, hubieran de abandonar sus profesiones un
año antes.”