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LA SUCIEDAD TRAS LA
VAQUILLA
Terminadas Las Vaquillas, la limpieza
de la ciudad es un tema que preocupa mucho a los turolenses. En Primer lugar
por los olores e infecciones que pueda
ocasionar y en segundo lugar porque perjudica al comercio y al turismo. A pesar
de la mucha diligencia que pueda darse el Ayuntamiento porque todo vuelva a su sitio,
el mes de julio está (de hecho) perdido para el turismo. Eso lo saben bien los
comerciantes que aprovechan la terminación de Las Vaquillas para empalmarlas
con un periodo corto de vacaciones, aún a pesar de la crisis. Y es que, volver
a “ordenar” la ciudad, lleva su tiempo. Los orines y el alcohol se han incrustado
vivamente en callejones y puertas y es preciso repetir la limpieza varios días
para que tenga apariencia de normalidad. Reponer el mobiliario urbano y
descancelar maceteros lleva, también, un tiempo. La antesala de los Amantes de
Teruel es una autentica pocilga, las rondas intransitables y la ganancia que haya tenido la hostelería
en estos dos días se diluye hasta fin de mes. Por ello, por ser julio un mes
perdido para el turismo, es por lo que muchos establecimientos mantienen chapado el
escaparate hasta pasada la quincena. Por otra parte, las Peñas deberían pagar
un impuesto por ubicarse en lugares públicos y sin embargo, reciben subvención
del propio Ayuntamiento. Para que Las Vaquillas sean sostenibles deben rebajar
el gasto a la ciudad y aún generar beneficios para la misma, aminorar la contaminación
del río, pues nos cuesta mucho dinero al cabo del año para que en un fin de
semana se mate roda la fauna del Turia y finalmente, hacer una fiesta en que
todo el mundo participe. Una Vaquilla costosa, contaminante, alcohólica y
segregacionista no es de recibo.
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El resto del mes del julio está perdido para el comercio y el turismo en la capital.
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