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jueves, 18 de enero de 2018

Enero2018/Miscelánea. ADECUAR LA POBLACIÓN AL TERRITORIO SE LLAMA SOSTENIBILIDAD

LA MEGALOMANÍA
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Debemos tener los bosques que podamos mantener.
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La población que pueda sostener el territorio.
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Las infraestructuras adecuadas a la población.
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Esa tendencia a la desproporción en las cosas ya se venía gestando desde tiempos anteriores, pero se acentuó con el franquismo y se siguió con la democracia. Cerramos o cerraron los ojos a la realidad y se siguió una marcha hacia el despropósito. Desde principios (al menos) del siglo XX ya se constataba una pérdida constante de población por la emigración y acentuada por las bajas tasas de natalidad (se instituyeron oficialmente los Premios a la Natalidad).
Así, por ejemplo, la representación política iba aumentando a la vez que había menos población para gobernar o administrar. Por ejemplo, en Teruel en los años setenta se pierden 90.000 habitantes y no cambia el número de representantes políticos.
En la educación se tendió hacia los grandes centros educativos. Ciudades escolares, macrouniversidades o las impresionantes Universidades Laborales como la de Gijón que es, con sus 270.000 m², el edificio más grande de España.
En la sanidad ha sucedido lo mismo. Las grandes hospitales han resultado nefastos, tanto económicamente como desde el punto de vista higiénico sanitario.
Las residencias de la tercera edad, monstruosas, de las que en Teruel tenemos una, han tenido que reducir espacios por seguridad.
Pero, esta tendencia a la megalomanía se ha extendido hasta nuestros pueblos, por el número de habitantes, ya más que pueblos, masadas. Se veía que la iglesia se quedaba vacía, pero el empeño era hacer un pabellón más grande que el del pueblo vecino. Total, 363 días al año vacío y los dos días que se usa para fiestas semivacío. Por sus dimensiones resulta problemática la megafonía y nos es adecuado, tan gran pabellón, para pequeños espectáculos, que es en realidad lo que se hace.
En las comunicaciones, también se ha tendido al despropósito. Si las autovías y las autopistas (menos en Teruel) han proliferado con fruición, no ha sido menor la inversión (no proporcionada al territorio) en lo referente al AVE. De tal manera que somos el país del mundo que más infrautilizado tiene su red de alta velocidad. Sin embargo España, tiene muy abandonada la red convencional de ferrocarril (que es nuestro caso).  Y, este asunto, ya se vio desde un principio, cuando se sacó aquella pegatina que decía: AVE DE RAPIÑA, TERUEL POR SU TREN COMO UNA PIÑA. Y es que la red AVE con sus exigencias de seguridad, sus macroinversiones, no deja ni un euro para el ferrocarril convencional. Por eso a Teruel le ha tocado un viejo "Tamagochi".
 LA MEGALOMANÍA NOS MATA.
Pero la megalomanía no ha sido “invento” reciente. Vayan a cualquier pueblo en el que viven de 80 a 140 personas y verán unas iglesias como catedrales. No es difícil poner ejemplos, muy cerca, en Villel, lo podrán ver cada domingo. Un templo extraordinariamente grande con "cuatro" abuelicas oyendo misa. Muchos curas hace tiempo que lo han visto y se han adaptado haciendo la misa en una capilla que han cerrado o, debajo del coro, también acristalado.
Cuando ahora se habla pomposamente de “SOSTENIBILIDAD” se advierte que hay o, ha debido haber, una reflexión seria sobre el tema. Establecer una clara sintonía entre el territorio y la población, es vital.
No hay repoblación posible porque en nuestros pueblos (en la mayoría) no hay trabajo y, aunque lo hubiera, se va a él desde la capital o desde la cabecera de comarca.
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