LA BATALLA DELALFAMBRA
En febrero de 1938, previamente a la recuperación de la ciudad de Teruel por las fuerzas de Franco, éste precisaba ocupar la margen occidental de río Alfambra para disponer de la plataforma desde donde lanzaría el ataque final a la ciudad. Un grupo de divisiones de infantería atacó por el norte del valle del Alfambra y otro por el sur. Para unir ambos grupos, se asignó a la División de Caballería del general Monasterio la evolución por los llanos situados entre la sierra Palomera y el río Alfambra. La División disponía de seis regimientos, con unos tres mil jinetes, bajo el mando de Monasterio, militar carlista que se aferraba al uso clásico de la caballería.
El seis de febrero de 1938, se ordenaba el ataque a cinco regimientos de caballería, con unos 2.500 jinetes, por los citados llanos del Alfambra. El espectáculo debió ser impresionante, tal y como nos relata un comandante: «llega la orden de montar a caballo. La noticia corre de boca en boca, los rostros se animan, los jinetes aprietan cinchas, se ajustan los correajes y se agrupan y se organizan las unidades. Se destacan los Grupos de Escuadrones de vanguardia y éstos inician el galope y siguen la dirección de la carrera Bueñas a Argente; el enemigo abre un fuego lejano. Espectáculo emocionante, avanza la caballería, arrogante e impetuosa; los jinetes empuñan sus sables desenvainados, que reflejan destellos al ser heridos por el sol. Y sigue avanzando la masa de Caballería, con ese ruido producido por las herraduras de los cascos al chocar con el suelo, el de los correajes con cartucheras llenas de municiones, el de la agitada respiración de los caballos, las voces de mando repetidas».
Ese día se efectuó la última gran carga de caballería con cinco regimientos al completo, siendo el principio del fin de la caballería como posteriormente se iría confirmando en la Segunda Guerra Mundial, hasta su definitivo final en marzo de 1945 en Schoenfeld. (Tomado de la página de EL DEBATE)