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Todavía la Tierra era un caos en el que todos los elementos andaban revueltos. Fue después del séptimo día cuando bajó, Dios/Jehová, hasta este lugar apartado del orbe y con sus manos separó las aguas de la tierra. Hizo luego una incisión longitudinal con su dedo pulgar sobre la masa terrosa y a la hondonada la llamó valle. Puso su trono y aposento en una orilla para contemplar su obra y al sitio lo llamó BUENA VISTA. Juntó ese mismo día, a millares, gotas de agua para que brotaran las fuentes. Luego corrieron por el fondo del valle las agua y al abundoso río lo llamó MILLARES. Vio Dios/Jehová crecer las sabinas, los enebros, las carrascas, los robles y poblarse las orillas de los arroyos, de choperas frondosas y frescas. Pero no bajó todavía el Creador al valle y siguió contemplando desde lo alto como su obra iba tomado forma. Puso a continuación a correr entre la floresta a los conejos y liberes, a los jabalíes con sus jabatos, a las perdices y a las codornices, a los lobos por los riscos y a las águilas por el cielo. Puso todos aquellos animales que bien le plugo, los puso en consonancia a la tierra y a los pastos, en buen equilibrio los puso. Con sus manos dio forma al barro y de éste salieron las casas que agrupo en los dos puntos extremos del valle. A las casas de arriba les llamó FORMICHE ALTO y a las otras FORMICHE BAJO. Trajo Dios/Jehová, del Edén, varias parejas de hombres y mujeres y las puso entre las casas y entre los bosques y entre los animales. Mandó que los hombres conocieran la agricultura y la ganadería. Sopló sobre su frente y ellos conocieron los secretos de las plantas y de los animales. Dominaron los montes, talaron la madera e hicieron carbón vegetal. Escudriñaron, con la voluntad del Creador, las raíces de los árboles y las pusieron en contacto unas con otras, micorrizaron su base y nació la trufa negra. Con las pieles de los animales hicieron vestidos para preservarse del frío, la carne la colgaron al viento del norte y no se putrefactó sino que les sirvió de alimento durante el frío invierno. Dios Jehová vio que el hombre dominaba los elementos, que construía caminos y puentes. Que entre ellos nacieron, poetas, escritores, músicos, pintores, escultores y hombres de ciencia. Temió Dios/Jehová, por un momento, la osadía del hombre aquí asentado, su enorme impulso vital y reguló para su tranquilidad las aguas del río, los animales del campo, aminoró la lluvia, endureciendo el clima. Vio Dios/Jehová sofocados los impulsos de estos hombres y entonces bajó al valle. Les dio seguidamente la doctrina según la cual iban a vivir, reproducirse y dominar los elementos. Les mandó hacer su casa de oración y descansar el séptimo día. Marchó, Dios/Jehová, satisfecho de su obra una vez que vio que el hombre no se apartaba del camino señalado. Desde entonces los FORMICHES viven en perpetua paz, felicidad y sosiego, siendo un lugar envidiado para el descanso veraniego.
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