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jueves, 6 de septiembre de 2012

Septiembre2012/Miscelánea. BIBLIOTECA DEL COLEGIO MIGUEL VALLÉS

La autora es Begoña Bilbao y las ilustraciones de C. Soravilla, es un libro editado por Hijos de Santiago Rodríguez en Burgos en el año 1964. Los objetivos que plantea la autora con estas lecturas son:
1.-Saber entresacar las ideas fundamentales, con claridad.
2.-Enriquecer el vocabulario.
3.-Saber "documentarse", aquí o allá, despertando el espíritu crítico y de observación, para llegar a elaborar ideas propias.
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LA PERLA DE ARAGÓN
(SANTA ISABEL DE PORTUGAL)
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Señores, a vuestro hijo, el príncipe D. Pedro, le ha nacido una hija. Es hermosísima…
Jaime I el Conquistador oyó aquellas palabras entre el fausto de su Palacio Real de Barcelona. Vivía enemistado con su hijo D. Pedro, y su nuera, doña Constanza de Sicilia… No quería saber nada de ellos… No le había agradado aquella boda… Pero desde aquel día no oyó más que elogios de aquella nietecita, que nacía llena de gracia y hermosura, como el capullo de una flor.
“Y el Rey temió –como dice un historiador- que todo fuese un encarecimiento de los oídos y quiso saber la verdad al informe de sus ojos”. Se olvidó de su enemistad y corrió al alcázar de sus hijos, y cuando levantó en brazos a su nieta… “robóle con la admiración los afectos”. Y después de reconciliarse con el príncipe, enamorado de la chiquilla, “--- les arrebató la prenda a sus padres y la llevó a su palacio, tomando el cargo de su educación”.
Era la niña, sobrina lejana de Santa Isabel de Hungría y se la puso el nombre de Isabel, que en lengua hebrea quiere decir “llena de Díos”. Su padrino y abuelo predijo, asombrado, que su nieta sería “… la mejor mujer que saliera de la Casa de Aragón, oyéndola rezar en latín cuando aún su lengüetilla “no tenía fuerza para pronunciar” viéndola a sus siete años asistir a todo el Oficio Mayor de rodillas, con el candor y el éxtasis de un ángel pequeñito.
Y cierto día…
Crecía la mañana sobre los campos de Díos. Un bando de palomas revoloteaba decorando los remates del castillo, arrullando al pie de las celosías del Palacio Real de Barcelona.
Las doncellas de la gentil princesa escogieron en los roperos el lindo brial bordado en oro que había de ponerse aquel día, y fueron a vestir a la pequeña Isabel. Ella las saludó con la mirada grave de sus ojos ingenuos y dijo:
No quiero ponerme esos vestidos. No quiero esos tisúes de oro y plata, ni perlas, ni joyas.
Las doncellas quedaron estupefactas. Y de dueña en dueña, de paje en paje, corrió la increíble noticia: la princesa Isabel se negaba a vestir sus trajes de infanta.
Hasta que el propio Rey se enteró y, con dulzura, interrogó a la niña sobre su determinación.
Hija mía. ¿por qué no queréis lucir vuestras ropas de princesa?
Ella juntó sus manecitas de lirio.
¡Oh señor¡ Yo sé que hay pobres que padecen hambre y frío por llevar vestiduras viejas y destrozadas. Y son mis hermanos en Cristo. Yo no puedo ser más que ellos.
Una sonrisa de orgullo iluminó el rostro del Monarca.
¡Ah! –exclamó, dirigiéndose a sus nobles-. ¡Por algo digo yo que es la mejor mujer que ha salido de la casa de Aragón!
Cogió a la niña en brazos y la aconsejó dulcemente:
Toso eso está muy bien, hija mía; pero sois una princesa, y aunque eso no quiere decir que seamos más que otros a los ojos de Dios, hemos de vestir conforme a nuestra condición de príncipes.
Isabel reflexionaba. Al rey, mirándose en sus ojos, le parecía contemplar claridades de cielo azul.
Lo haré así, señor –replicó ella tristemente-, pero sólo por obedeceros y como un castigo impuesto a mi grandeza.
Suspiró como si su coronita de infanta fuese un terrible peso sobre su cabecita infantil. Por todo el reino cundió el delicioso rastro de sus virtudes: de las virtudes de una mujercita de ocho años de edad.
Y los más poderosos príncipes de la época comenzaron a solicitar la mano de la linda perla de Aragón.
* * *
Por poderes, se desposaba la princesa en el maravilloso Palacio Mayor, en la real capilla de Santa María. Cancilleres, próceres, senescales, ricoshombres, ricashembras, de Cataluña y Aragón, vestidos de púrpura y piedras preciosas, o con lorigas y armaduras deslumbrantes bajo riquísimas sobrevestas, escuchaban las palabras de la princesita en la solemne ceremonia:
Yo, Isabel, hija del excelente Don Pedro, por la gracia de Dios ilustre Rey de Aragón, me entrego como mujer legítima a vos, Don Dionis, por la gracia de Dios Rey de Portugal y del Algarbe, aunque ausente, como si estuvierais presente…
Vibraron las trompetas, resonaron las músicas, los aplausos, los vítores y… una graciosa reinecita de doce años tomó el camino de Portugal.
* * *
“Don Dioniz, que fiz cuanto quiz”, no siempre hacía cosas buenas; pero comenzó a maravillarse de la santidad de su joven esposa, que ponía todo su cuidado en cambiarle y convertirle. El reino la adoraba. Por su propia mano daba de comer a los leprosos, y cuando no tenía dinero para socorrer a los pobres, se decía les regalaba rosas, que milagrosamente se transformaban en monedas de oro.
Un verdadero milagro cambió el corazón del rey Don Dionis, el cual, desde entonces, tomo el buen camino… pero el hijo heredero era levantisco, altanero y ambicioso, y, de pronto, estalló la guerra civil, y padre e hijo levantaron dos ejércitos contrarios…
Y cuando mayor era la batalla, se vio cabalgando entre las dos filas opuestas una dulce aparición, ala cual no herían las flechas ni tocaban las lanzas.
Era la joven Reina, que volaba a poner paz, dejando atrás su escolta, aterrorizada por el peligro.
Al verla, el hijo abrió sus ojos, y se arrodilló, llorando, en brazos de su madre.
El Rey, conmovido, se acercó a ella, y allí mismo el príncipe se arrodilló a los pies de su padre para implorar su perdón.
Y los ejércitos contrarios se fundieron en un abrazo de paz.
Tal era “la mejor mujer de la casa de Aragón”, según frase de su abuelo; la que nació poniendo paz y siguió su dulce misión hasta la muerte; la que, por parecerse en todo a su tía lejana Isabel de Hungría, también fue llamada “Santa Isabel de Portugal”.
“Niños en la Historia”
Mª Luisa VILLARDEFRANCOS
Ver biografía de la santa aragonesa en:
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/i/isabel_santa.htm