LLEDÓ
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Tal como suena, “Lledó”, es un encanto de pueblo turolense. Lo tiene todo comprimido en muy poco espacio para que pase a su lado el río Algás, río fronterizo, y por ello poco conocido. El castillo de Lledó formó parte en tiempos lejanos de la encomienda de Calaceite, quien a su vez, se desgajó del señorío alcañizano de los Calatravas. Es la época de la colonización, más que conquista, pues por aquí no había nadie a quien conquistar. Encontramos frente a la iglesia a un vecino que había hecho el “Servicio Militar” (la mili) en Teruel. Nada más decirle que éramos de Teruel capital se deshizo en atenciones hacia nuestra persona. Nos contó casi todo lo de la iglesia y las reformas que se hicieron en una capilla lateral que impedía el paso de los carros. La iglesia es del siglo XIV y, si la miras de frente, tiene a la izquierda una especie de saliente de torreón que alberga una escalera de caracol. Luce portada ojival con seis arquivoltas, más humilde que la de Valderrobres, pero más recoleta y próxima. Sobre la puerta un ventanal con dos columnas octogonales, en vez del rosetón de la capital de la Comarca. No tiene torre, pero sí un campanil con dos campanas. La iglesia fue desmantelada tras la invasión catalana del 36. La Casa de la villa es del siglo XVII y tiene debajo lonja con arcos de medio punto. Las fiestas patronales se han celebrado en honor de Santa Rosa de Viterbo hace pocos días. Nos despedimos de nuestro guía y de una amable señora que se unió a la conversación diciendo: “Mis nietas van todos los años a las Vaquillas de Teruel”. Finalmente nos dijo que pidiéramos apoyos para la agricultura, que están los precios muy bajos para el agricultor.
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