ARENS DE LLEDÓ
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Salimos de Lledó siguiendo la flecha del río Algás. El Algás es un río aguja y un río tijera, pues une y separa. Cose a Aragón con Cataluña y a la vez sirve de frontera. El Algás fertiliza la tierra, da de beber al vecindario y vida al pueblo. Las gentes marchan a Cataluña y vuelven los fines de semana, por fiestas y por los veranos. Son aragoneses serios y profundos que aman a su tierra y la honran. Luego de aparcar el coche subimos hasta la iglesia por ese portal que se construyó en el siglo XVIII (1788) y acometemos, con el calor de la mañana, las calles empinadas, los recodos umbríos, las largas escaleras que te llevan al fin hasta la placeta donde se aposenta la iglesia. La iglesia, como estaba cerrada no la vimos por dentro, pero por fuera es original, está dedicada a la Asunción de Nuestra Señora y es gótica del siglo XIV. Tiene espadaña, cosa rara en Aragón, y en el lateral un ventanal gótico como el de Lledó. Hay siempre dos peces que nadan en el aire azul de Arens y los fotografiamos, son peces heráldicos pero muy bellos. Luego viene una barbacana desde la que de divisa todo el caserío y las tierras de cultivo del término municipal. Bajando, callejeando, vemos en las puertas unos papelitos con la lectura del contador de la luz. Son los veraneantes que no volverán, posiblemente, hasta el año próximo o hasta Noche Vieja. También vendrán para mayo a la romería de San Hipólito, para el 15 de agosto a la Asunción y para el 11 de octubre (fiestas menores). Por fin llegamos a la plaza del Ayuntamiento donde se encuentra la Casa de la Villa y un conjunto de edificios de difícil catalogación por su variedad arquitectónica. Un arco nos conduce de nuevo a las afueras de la villa. Preguntamos a un vecino: ¿pa ir a Calaceite, por ande se va? El hombre muy amablemente nos dice: cojan la carretera y sigan “to tieso”. Dejamos Arens entre viejos olivares y barrancos profundos que se visten de una entrañable belleza almendrada. No paramos para hacerles la foto y sí que lo siento. Finalmente vemos a lo lejos Calaceite. Ahora sí, ahora si que hay que parar forzosamente. En el próximo capítulo veremos en primer lugar la vista panorámica de Calaceite. Es de una belleza inigualable.
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