(Corazón Carlista)
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Si yo fuera de Beceite no me “cantiaría” de esta asombrosa villa. Es más, si yo fuera de Beceite y fuera inmortal estaría feliz de haber fundado Intíbilis, de haber recreado Abuceit e incluso de haber vivido las retiradas de los contrarrevolucionarios Carlistas, en el XIX, hasta las más altas espeñas. Cuentan los más ancianos del lugar que cuando los Carlistas se veían seriamente acosado por las tropas Isabelinas, acudían a refugiarse al “Parrizal”. Montes feraces, en los que todavía se conserva lo mejor de la flora ibérica. Río cristalino, en el que aún puede encontrarse el cangrejo autóctono y cuevas…, cuevas como la Figuera, la Moseta, Cova Cambra, o Cova de les Maravilles… Reino de la capra hispánica asomando sus cuernos entre las enramadas de los pinos, almendreras y oliveras. Lugar al que acuden ansiosos los catalanes por no haber podido incorporar este territorio a su “nación”. Estamos en Teruel y en Aragón (padre de la España imperial), tierra de multitud de aristas, de diversificados paisajes, de majestuosos señoríos y de cambiante paisanaje. Si yo tuviera dinero, como algunos políticos aragoneses, me compraría una casa en Valderrobres o un chalet en Becetite. La villa es plena naturaleza toda ella y está avenada por acequias que la nutren y adornan. Una de estas acequias se abre en un lavadero público de singular belleza y frescura, cortando la ladera de una montaña. Cuartean las casas huertos frondosos de los que el vecindario se nutre de frescas y sabrosas verduras. Buen aceite el de Abuceit, que por si sólo, no sería mérito tener singular Denominación de Origen. La villa tiene una lonja hermosísima, iglesia sumamente labrada aunque sufrió el acoso e incendio por parte de las milicias catalanas en la guerra-revolución del 36 al 39. Conserva los portales que la hacían accesible, los arcos, contrafuertes y pasadizos que la convertían en inexpugnable, las capillas abiertas en las fachadas de las casas y las verduras en las paredes que dan la paz de vivir en una naturaleza ignota. Yo nunca me iré del “Parrizal”, mi corazón ha quedado prendido en cada recodo del río, entre las claras charcas donde abundan los peces y los cangrejos. Yo me quedo aquí, prendido en el pico y en el vuelo suicida del Martín Pescador. Todo el tiempo del verano no es más extenso que mi emoción al partir de estos lares, de este “racó” poblado de figueras frondosas y vides dulces, de tomillos y romeros, de encinas y aulagas (aliagas). Dejamos hoy, también, unas cuantas fotografías, muestra inequívoca de que cuanto decimos es cierto.
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Historia: Beceite fue atacada, el 30 de septiembre del año 1834, a las cuatro de la mañana por los Carlistas Carnicer, Cabrera y Quílez. Hizo frente al ataque en el fortín de la villa el subteniente Miguel Rodríguez y 70 infantes. Los carlistas eran 800 y ocuparon todo el territorio circundante de forma que, al final, la villa cayó en manos rebeldes. Durante toda la guerra civil del XIX la plaza sirvió de mucho provecho a los rebeldes. Aquí establecieron residencia segura las familias de lo jefes, se estableció una imprenta, diversos servicios, así como la molienda de la aceituna y su distribución a todo el área rebelde.
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