Retrato de Santa Emerenciana por Zurbarán para el convento de la Encarnación de Lima (Perú)
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DESCRIPCIÓN DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LA ENCARNACIÓN DE LAS MADRES AGUSTINAS POR EL PADRE CALANCHA
Tal como lo describe el padre Calancha en el año 1631, así era el convento de la Encarnación de la Madres Agustinas de la ciudad de (ahora) Lima en el Perú. Pocos años después, la superiora de este poderoso convento con más de ochocientas mujeres en su interior y bien provisto de rentas, en el año 1647, hace un encargo singular a España. Contratan con Zurbarán (taller de Sevilla) una colección de retratos de vírgenes y mártires cristianas entre las que se encuentra Santa Emerenciana. El desmembramiento de la colección dio con el retrato de nuestra Santa en la Sociedad Hispánica de Nueva York.
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“Fuese edificando su Convento, que al crecer de su gran opinión (merecida de santa observancia) crecía el número de Monjas i caudal para suntuosos edificios, dando quantiosas limosnas los Virreyes, que con título de premiar servicios de leales cavalleros, i gratificar méritos de antiguos conquistadores padres de las que entravan Monjas, les fueron dadas rentas, agregando socorros i situando pensiones, siendo el primero que introdujo estos aumentos el Virrey don Francisco de Toledo (…) Acabáronse edificios de suntuosidad, una gran Iglesia cubierta de maderas, y una ilustre Capilla mayor, con dos colaterales de artificiosa bóveda, coro alto i bajo, quatro capacidísimos dormitorios, y más de 150 celdas, las más con altos, i todas con oficinas, éstas para abitar de día, i aquéllos para dormir de noche; otro para donadas, i uno paras las nobles, que aprendiendo virtudes salen excelentes en lo político, en lo azendoso i en toda curiosidad.
Tiene una enfermería con tres salas, refectorio, porterías, locutorios, uno de ombres i otro de mujeres; sala de labor, tres claustros, i el principal con celdas altas, ermoso i labrado de cal i ladrillo, buena i espaciosa güerta de flores, frutas i legumbres, fuentes en claustros i oficinas, poços de buenas aguas, acequias para varios efectos, barrios de diversas abitaciones, con placetas, callejuelas i encrucijadas, las puertas de las celdas de canterías i ladrillo, i las dos de su Iglesia de las más ermosas i más lindo primor que tienen las Indias, esculpidos en piedras, i divididos en tarjas, los versos Latinos del Imno celebrado de la Iglesia, Magne Pater Augustine, donde tan gloriosas excelencias canta de aquel Convento i de mi Religión. Tiene su Iglesia costosísimas rejas de hierro, a trechos doradas, i en los laços plateadas, magestuosos retablos, uno en el altar mayor, i otro junto al coro; aquel de obra gallarda que en nichos van subiendo Santos de talla, i sobre el Sagrario el misterio de la Encarnación, i en la cumbre que toca al techo un gran Cristo, i a sus lados san Augustín i santa Mónica, todo de media talla, i en agradble disposición. El Retablo de la Encarnación de la parte del coro es todo crespo de obra superior, diversidad de bultos y galantes pinturas. I por primera en el Altar la Virgen, grave, devoto, alto i ermoso bulto. Tiene otros retablos menores, en Altares…
La celebración de sus fiestas, es de toda ostentación, gasto i autoridad. I la del tránsito de la Virgen que celebran el primer Domingo después de su día en Agosto, dura quatro días, i al primero i último concurren Virreyes, Audiencias, Cabildos, Religiosos i toda la ciudad, siendo los ermanos o cofrades gran parte de la nobleza desta República…
Su música es la primera de las Indias, i bien celebrada aun en Europa, tiene nueve coros de vigüelones, arpas, vigüelas, bajones, guitarras i otros instrumentos, que con cinquenta i más diestras en música y celebradas en vozes azen el coro más deleitoso que se conoce en lo mejor del mundo; anse dividido en dos esferas, i a descaecido algo el lustroso aplauso, pensiones que acarrea la división, i resfríos de su atrasada caridad, en otros Conventos suele tal vez llevarse el gentío al novedad, pero conocen ser remedos de la Encarnación…
Continuávase con tanta asistencia al coro [lugar] de la Encarnación, que no ay ora del día i muchas de la noche, que no estén Monjas orando, meditando o leyendo; quando no es ora del oficio Divino se parece el coro a la gloria que vio Daniel que sobravan sillas, i faltava quien se asentase, si bien muchísimos le servían; acá sobran sillas porque de rodillas i postradas ablan con Dios quando la otra parte de la comunidad le está sirviendo en sus obediencias, i quando es ora, que se reza o canta en el coro, parece a la gloria a que vio san Juan (…)
Negociaron estas dos matronas [las fundadoras] grandes Jubileos para sus festividades, Cofradías, Altares i devociones; i Bulas para tener consigo doncellas de ábito secular, que aprendan las virtudes, gracias i policía de tan virtuosas monjas (…) Tiene este Convento en el año de 1631, 233 monjas profesas de velo negro, 37 de velo blanco, 18 novicias, 45 donadas, 34 seglares ijas de nobles, que azen número de 367, i con las serviciales, mestiças, mulatas i negras orras, i con las esclavas de monjas particulares con donación al Convento ay ochocientas i más mugeres, sirviendo a Dios de las puertas adentro” (Crónica moralizada, t. III, pp. 950-984).