La leyenda de santa Úrsula surgió en 1106, a raíz del hallazgo de una serie de huesos humanos en un antiguo cementerio de Colonia, conocido como ager Ursulanus por una inscripción que mencionaba a una virgo Ursula, fallecida a los dieciocho años de edad. Santa Úrsula era hija de los reyes de Bretaña. Su belleza llegó a oídos del monarca de Inglaterra, quien envió emisarios para pedir la mano de la princesa para su hijo Etéreo, o Conan, según el testimonio de Godofredo de Monmouth. En caso de declinar su petición, Inglaterra declararía la guerra a Bretaña. Úrsula aceptó la propuesta, pero a cambio su prometido debía ser bautizado y marchar con ella en peregrinación a Roma. Para ello solicitó que la acompañasen diez doncellas nobles, y mil sirvientas para cada una de ellas.
En Roma, fue recibida por el papa Siricio que la bendijo y consagró sus votos de virginidad perpetua para dedicarse a la predicación del evangelio de Cristo.
Al regresar a Alemania, fue sorprendida en Colonia por el ataque de los hunos en 451. Atila, rey de este pueblo, se enamoró de ella pero la joven se resistió y, junto a otras doncellas que se negaron a entregarse a los apetitos sexuales de los bárbaros, fue martirizada.
En el lugar del martirio, Clematius, un ciudadano de rango senatorial que vivía en Colonia, erigió una basílica dedicada a las «once mil vírgenes», entre ellas Úrsula. En la inscripción de dedicación de este edificio se nombra a las otras doncellas (Aurelia, Brítula, Cordola, Cunegonda, Cunera, Pinnosa, Saturnina, Paladia y Odilia), de las cuales la última es llamada undecimilla («pequeña undécima», en latín). En España, existe otra antigua inscripción con los nombres de las once vírgenes martizadas, y se halla en el Monasterio de Cañas, una abadía de monjas en la comunidad autónoma de La Rioja, citando allí a Úrsula, Marta, Saula, Brítula, Gregoria, Saturnina, Sencía, Pinnosa, Rabacia, Saturia y Paladia. (Texto tomado de Internet, varias fuentes)
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