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martes, 9 de julio de 2019

Julio2019/Miscelánea. LOS VERANOS EN LA VILLA DE "LAGASCA": FLORES EN JULIO EN EL JARDÍN DE ENCINACORBA

A LA ORILLA DEL FRASNO
(Prosa poética)
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En esta villa y por mi mano, tengo un jardín plantado que, comenzado julio, de gladiolos y dalias llena de aroma el campo. Con tan vivos colores y tan frescas fragancias iluminan el aire que da envidia a las rosas que trepan las paredes envueltas con las hiedras. Y, hay entre la verdura, un agitar voluble de dulces mariposas, de abejas laboriosas, de libélulas tímidas, de arañas tejedoras... que rompen el opaco silencio mortecino del sopor de la tarde. Arriba, en las alturas, un cielo puro y claro, se desprende del manto de las acuosas nubes con que ayer lo regaron. Vuelve el hombre a los campos, vuelve el viento al olvido y, envuelve la mirada una rosa encendida al fulgor del ocaso. Atardeceres plácidos a la orilla del Frasno, rodeado de vides y cereal en grano. El tiempo se detiene en los recodos verdes de todos los caminos donde la zarza crece sin tiento y sin sentido. Donde la zarza llama, y a veces te retiene y sujeta imperiosa agarrada a la ropa. Porque la zarza inquiere por el rumbo que lleva la vida del viajero...
 El estío ya aprieta con luz, calor, con frutos que van pidiendo  lluvia para estos secos campos. Pero el jardín no pena, es cobijo tranquilo, en él reina la paz, la humedad y las flores. Vedlas aquí asomadas. Oler su aroma viva. Sentir aquí su pálpito cubriéndonos de dicha. Las flores no te inquieren y jamás te molestan, están ahí tan quietas, ahítas de hermosura,  ofreciendo por nada su belleza absoluta.
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