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lunes, 15 de julio de 2019

Julio2019/Misccelánea. LOS VERANOS EN LA VILLA DE "LAGASCA": LOS PREGONES DE ANTAÑO.

EXORDIO DE PREGÓN ANTIGUO
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Cuentan las viejas crónicas que, en llegando las fiestas de la Virgen del Mar, todos los años, el pregonero del lugar tomaba su corneta, un pliego de papel que le endosaba el secretario del Ayuntamiento, la bota con “pajarilla” (para aclarar su voz) y, sin más dilaciones, empezando por el peirón de San Antón y terminando por el de San Roque, emitía "su" pregón anunciador de las tan esperadas Fiestas Mayores del lugar. El hombre, ajustándose la boina con parsimonia comenzaba la perorata con esta fijas y seguras palabras que anuncian, siempre, el principio de un pregón cuando se hace como Dios manda: “De orden del Señor Alcalde se hace saber”: y, aquí, en los dos puntos hacía una parada, tomaba un trago de la bota y miraba de soslayo en busca de la atención del respetable. Como los pregones generalmente anunciaban el pago de un impuesto, bien sabia el empleado concejil que, tras los visillos, ojos y orejas estaban apostados en espera y con deseo vehemente, de que el eco de su voz no terminara en un número diabólico y fatídico seguido de la palabra pesetas, coste del maldito nuevo impuesto "sacado" para ruina de las pobres economías domésticas. 
Mas, en estas ocasiones que precedían a las fiestas mayores, ni la corneta, ni los tiros, ni siquiera la boina, iban por ahí. Se trataba de una serie de recomendaciones y ruegos que hacía el alcalde con objeto de que las fiestas tuvieran -a su juicio-  el mejor, más adecuado y razonable desenvolvimiento. Comenzaba, pues, desgranando - con parsimonia- punto por punto lo que con letra de amanuense llevaba bien escrito en el pliego. En primer lugar, se anunciaban las fechas de celebración de las mismas, pongamos por ejemplo del 7 al 11 de agosto y seguidamente apostillaba: 
Se hace saber que, durante las fiestas, se deberán tener recogidos los machos y el ganado en sus correspondientes cuadras y parideras. 
En segundo lugar, -los que lo tuvieren-, que suban el carro al Planillo a fin de que los toros tengan coso y no se desparramen estos por el pueblo causando males mayores y menores. 
Se ruega, decía en su tercera “andanada”, se apliquen los vecinos en la limpieza de los barros que las pasadas lluvias han dejado en las calles, así como de cubrir los baches ocasionados por las llantas de rodadura de los carros. 
En cuarto lugar, era muy importante, que los trujales quedaran limpios y las pajeras con paja nueva. Los primeros para poder disfrutar descansando a la fresca y, las segundas, para dormir alguna "tajada" si acaso era menester.
Para las fachadas, ventanas y balcones, le dedicaba un quinto y extraordinario punto. Se hace saber -decía- que este Concejo se alegrará particularmente si en ventanas y balcones se ponen colgaduras y se adornan con flores. Al mismo tiempo, decía el pregonero volviendo sus ojos al papel, es necesario mirar por tapar escorchones, grietas; arreglar bajantes,  y desagües   de las paredes que dan a las calles principales. 
Otra tanda de recomendaciones iba desgranado el hombre entre trago y trago de “pajarilla” pues ya se le hacía pesado repetir el mismo mensaje tantas veces. 
Se hace saber que: ... “Los menores no entren a las vacas”. “Que los perros no anden sueltos por las calles”. “Que se recojan los boñigos de machos y burros”. “Que los jóvenes se recojan a hora prudente en sus casas”. “Que se haga un uso “sostenible” de la bebida y de otros estimulantes...” “Que las peñas con sus charangas no interfieran el baile”.  "Que cada cual pague su consumición". Y finalmente señalaba que quedaba terminantemente prohibido consumir bebidas alcohólicas en las calles de la villa (hacer cuba y garrafón).
 Y así continuaba el hombre con un relicario de hasta 25 puntos de los cuales y en su mayor parte -pensaba- no se había enterado el vecindario, pero que, era su obligación decirlos todos lo más  claramente posible.  
Terminada la ronda y terminada la “pajarilla” encaminaba sus pasos al Bar del Churrero. Allí se pedía un plato de huevos con jamón y más “pajarilla”, a fin de que el gaznate no se entumeciera después de tanto ajetreo. 
TUUUUUUUUuuuuuuuuuuuuuuuu. 
Y, finalmente, haced caso a San Cristóbal: si bebes o te sustancias, no conduzcas.
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