QUESO DE ALBARRACÍN
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Fue el encinacorbero Juan Antonio
Pellicer y Pilares quien describió la ruta del Quijote desde La Mancha de Aragón
hasta Pedrola y Alcalá de Ebro. Y es precisamente en la segunda parte del
Quijote cuando el Queso de Tronchón sale al encuentro del Caballero de la
Triste Figura y su escudero Sancho. Sabiendo ahora que en el relato, Cervantes hace
pasar al Quijote por estas tierras de Albarracín, sorprende que el autor de tan
magna obra nada diga de los quesos de esta tierra. Ni nada diga de una serranía
que desde los tiempos celtibéricos cuidaba de los ganados y obtenía de las ovejas:
carne, pieles, lana y leche. Pero el error ya ha sido subsanado y con creces. Los
quesos de Albarracín acaban de recorrer, no la ruta cervantina, sino las rutas
internacionales de la buena gastronomía obteniendo los más destacados y altos
galardones que puedan darse a un queso a nivel mundial. Los quesos de la Sierra
de Albarracín tienen su tienda y su fábrica a la entrada de la ciudad de los
Azagras. Siempre, delante de la puerta hay un trajín de gente que entra y sale
de comprar sus quesos. También, otros productos de primera calidad, como la mermelada
que hace Labay. Son pues, los quesos de Albarracín, motivo de orgullo sano para
quienes amamos esta tierra. En mi casa, nunca faltan y los ofrezco como regalo,
cuando la ofrenda es de mucho compromiso: se que quedaré siempre bien. Si
Domingo Gascón y Gimbao pudiera ver y gustar esta delicia, seguro que se los llevaría
a Madrid para ofrecerlos en la Corte y los publicitaría gratis en su Miscelánea
Turolense.
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