Como salamanquesas, una vez cenados, nos deslizamos hasta el bar de las piscinas. Desde tan espectacular mirador, en estas noches de luna llena y de agradable temperatura, se agota la jornada entre charradas, comentarios y la observación de los animales nocturnos que por aquí, curiosos, se acercan. Son NOCHES A LA FRESCA, que se disipan sin prisas y con cadencial parsimonia. Conversaciones insustanciales, relatos de otras épocas, anécdotas diarias y el comentario del tiempo o de los días que falta para las fiestas del lugar. Salir a la fresca o tomar la fresca, siempre fue uno de los momentos más agradables de los días estivales.
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