SI NO QUIERES QUE UNA COSA SE SEPA... ¡NI LA PIENSES!
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En los pueblos, en las poblaciones pequeñas, todo termina sabiéndose. Otras veces, de motu propio, alguien viene y delata al infractor (que es su vecino) e inclusive se delata a sí mismo. Esto ya está pasando con el pago de las entradas en la piscinas municipales.
Pero, ¿por qué hay que pagar para bañarse? Pues, sencillamente, la piscina es un servicio público que no está obligado a dar el Ayuntamiento, ni ningún organismo oficial subvenciona su funcionamiento, por lo tanto, para mantenerlo, lo tienen que pagar los usuarios. Se llama, a la cuota (bono) que se pone: precio público. Con ese dinero que se recauda, se pagan los gastos de la piscina exclusivamente. Si uno no paga, es su vecino el que lo hace, pues el déficit corre a costa de todos... de los que se bañan y de los que no se bañan.
Por esta sencilla razón, todo el mundo debe pagar y sería muy desagradable tener que llamar la atención a un convecino, con el que luego estás tomándote un refresco. Así que, seamos elegantes y, no demos que hablar por cuatro chavos.
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